Test Drive | Page 42

Hasta entonces, Barbicane se había abstenido de to-mar paxte en la discusión. Dejaba hablar y escuchaba. Evidentemente meditaba algo. Se contentó con pregun-tar sencillamente: ¿Y ahora, amigos, qué cantidad de pólvora pro-ponéis? Los tres miembros del Gun Club se miraron mu-tuamente por un instante. Doscientas mil libras Quinientas mil Ochocientas mil dijo, por fin, Morgan. replicó el mayor. exclamó J. T. Maston. Esta vez, Elphiston no se atrevió a calificar a su cole-ga de exagerado. En efecto, se trataba de enviar a la Luna un proyectil de veinte mil libras, dándole una fuerza ini-cial de doce mil yardas por segundo. Siguió a la triple proposición hecha por los tres colegas un momento de silencio. El presidente Barbicane lo rompió. Mis bravos camaradas dijo con voz tranquila , yo parto del principio de que la resistencia de nuestro ca-ñón, construido en las condiciones requeridas, es ilimi-tada. Voy, pues, a sorprender al distinguido J. T. Maston diciéndole que ha sido tímido en sus cálculos, y propon-go doblar sus ochocientas mil libras de pólvora. ¿Un millón seiscientas mil libras? exclamó J. T. Maston saltando de su asiento. Como lo digo. Pero entonces fuerza será recurrir a mi cañón de media milla de longitud. Es evidente dijo el mayor. Un millón seiscientas mil libras de pólvora repuso el secretario de la comisión ocuparán aproximadamen-te un espacio de 22.000 pies cúbicos,(1) y como vuestro cañón no tiene más que una capacidad de 54.000 pies cú-bicos,(2) quedará cargado de pólvora hasta la mitad y el ánima no será bastante larga para que la detención de los gases dé al proyectil un impulso suficiente. 1. Póco menos de 800 metros cúbicos. 2. Dos mil metros cúbicos. La objeción no tenía réplica. J. T. Maston estaba en to justo. Todos miraron a Barbicane.