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porque se apuntará formando con el horizonte un ángulo de no-venta grados, y, además le será imposible retroceder, es-tará fijo en tierra, y así comunicará al proyectil toda la fuerza de impulsión acumulada en sus entrañas. Adoptado, adoptado respondieron los miembros de la comisión. Permitidme una sencilla reflexión dijo ElphÍs-ton . ¿Este cañón lanzaobuses mortero será rayado? No respondió Barbicane , no; necesitamos una velocidad inicial enorme, y ya sabéis que la bala sale con menos rapidez de los cañones rayados que de los lisos. Justamente. ¡En fin, ya es nuestro! Aún falta algo repitió J. T. Maston. replicó el presidente. ¿Qué falta? Aún no sabemos de qué metal se ha de componer. Decidámoslo sin demora. Iba a proponéroslo. Los cuatro miembros de la Comisión se zamparon una docena de emparedados por barba, seguidos de una buena taza de té, y reanudaron la discusión. Dignísimos colegas dijo Barbicane , nuestro ca-ñón debe tener mucha tenacidad y dureza, ser infusible al calor, ser inoxidable a indisoluble a la acción corrosiva de los ácidos. Acerca del particular, no cabe la menor duda res-pondió el mayor . Y como será preciso emplear una cantidad considerable de metal, la elección no puede ser dudosa. Entonces dijo Morgan , propongo para la fabri-cación del columbiad la mejor aleación que se conoce, es decir, cien partes de cobre, doce de estaño y seis de latón. Amigos míos respondió el presidente , convengo en que la composición que se acaba de proponer ha dado resultados excelentes, pero costaría mucho y se maneja difícilmente. Creo, pues, que se debe adoptar una mate-ria que es excelente y al mismo tiempo barata, cual es el hierro fundido. ¿No sois de mi opinion, mayor? Estamos de acuerdo respondió Elphiston.