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Yo también opino to mismo respondió Barbica-ne , por lo que propongo cuadruplicar esta longitud y construir un cañón de novecientos pies. El general y el mayor hicieron algunas objeciones; pero sostenida resueltamente la proposición por el se-cretario del Gun Club, se adoptó definitivamente. Ahora sepamos Seis pies dijo Elphiston qué grueso debe-mos dar a sus paredes. respondió Barbicane. Supongo que no intentaréis colocar en una cureña semejante mole preguntó el mayor. ¡Lo que, sin embargo, sería soberbio! Pero impracticable respondió Barbicane . Creo que se debe fundir el cañón en el punto mismo en que se ha de disparar, ponerle abrazaderas de hierro forjado y rodear-lo de una obra de mampostería, de modo que participe de toda la resistencia del terreno circundante. Fundida la pieza, se pulirá el ánima para impedir el viento(1) de la bala, y de este modo no habrá pérdida de gas, y toda la fuerza expansiva de la pólvora se invertirá en la impulsión. 1. Se denomina viento, en balística, al espacio que algunas veces queda entre el proyectil y el ánima de la pieza. ¡Bravo! exclamó J. T. Maston . Ya tenemos nues-tro cañón. ¡Todavía no! respondió Barbicane, calmando con la mano a su impaciente amigo. ¿Por qué? Porque hasta ahora no hemos discutido aún su for-ma. ¿Será un cañón, un obús o un mortero? Un cañón respondió Morgan. Un lanzaobuses Un mortero replicó el mayor. exclamó J. T. Maston. Iba a empeñarse una nueva discusión que prometía ser bastante acalorada, y cada cual preconizaba su arma favorita, cuando intervino el presidente. Amigos míos dijo , voy a poneros a todos de acuerdo. Nuestro columbiad participará a la vez de las tres bocas de fuego. Será un canon, porque la recámara y el ánima tendrán igual diámetro. Será un lanzaobuses, porque disparará una granada. Será un mortero,