Lo era respondió Barbicane ; en los primeros tiempos de su descubrimiento, una libra
de aluminio costaba de 260 a 280 dólares (cerca de 1.500 francos); después bajó a 20
dólares (150 francos), y actualmente vale 9 dólares (48 francos).
Aun así
enorme.
replicó el mayor, que no daba fácilmente su brazo a torcer , es un precio
Sin duda, mi querido mayor, pero no inasequible a nuestros medios.
¿Cuánto pesará, pues?
preguntó Morgan.
He aquí el resultado de mis cálculos respondió Barbicane . Una bala de 108 pulgadas
de diámetro y de 12 pulgadas de espesor pesaría, siendo de hierro colado, 67.440 libras;
construida en aluminio, su peso queda re-ducido a 19.250 libras.
¡Perfectamente!
Sí, perfectamente
costará...?
exclamó Maston . No nos sepa-ramos del programa.
replicó el mayor . Pero ¿no veis que a 9 dólares la libra el proyectil
Ciento setenta y tres mil doscientos cincuenta dó-lares, exactamente; pero no temáis,
amigos, no faltará di-nero para nuestra empresa, respondo de ello.
Una lluvia de oro caerá en nuestras cajas
Pues bien, ¿qué os parece el aluminio?
Adoptado
replicó J. T. Maston.
preguntó el presidente.
respondieron los tres miembros de la comisión.
En cuanto a la forma de la bala repuso Barbicane , importa poco, pues una vez
traspasada la atmósfera, el proyectil se hallará en el vacío. Propongo, por tanto, que la bala
sea redonda, para que gire como mejor le parezca y se conduzca del modo que le dé la
gana.
Así terminó la primera sesión de la comisión. La cuestión del proyectil estaba
definitivamente resuelta, y J. T. Maston no cabía de alegría en su pellejo, pensando que se
iba a enviar una bala de aluminio a los selenitas, to que les daría una alta idea de los
habitantes de la Tierra.
VIII
Historia del cañón
Las resoluciones tomadas en la primera sesión pro-dujeron en el exterior un gran efecto. La
idea de una bala de 20.000 libras atravesando el espacio alarmaba un poco a los
meticulosos. ¿Qué cañón, se preguntaban, podrá transmitir jamás a semejante mole una