¡Imposible!
Por último, según un historiador francés, bajo el reinado de Luis XI, había un mortero que
arrojaba una bomba de 500 libras de peso solamente; pero esta bom-ba, partiendo de la
Bastilla, que era un punto en que los locos encerraban a los cuerdos, iba a caer en
Charenton, que es un punto donde los cuerdos encierran a los locos.
¡Imposible!
¡Muy bien!
dijo J. T. Maston.
¿Qué hemos visto nosotros después, en resumidas cuentas? ¡Los cañones Armstrong, que
disparan balas de 500 libras, y los columbiads Rodman, que disparan balas de media
tonelada! Parece, pues, que si los proyectiles han ganado en alcance, en peso más han
perdido que han ganado. Haciendo los debidos esfuerzos, llegaremos con los progresos de
la ciencia a decuplicar el peso de las ba-las de Mohamed II y de los caballeros de Malta.
Es evidente
proyectil?
respondió el mayor . Pero ¿de qué metal pensáis echar mano para el
Del hierro fundido, pura y simplemente
dijo el general Morgan.
¡Hierro fundido! exclamó J. T. Maston con pro-fundo desdén . El hierro es un metal
muy ordinario para fabricar una bala destinada a hacer una visita a la Luna.
No exageremos, mi distinguido amigo
respondió Morgan . El hierro fundido bastará.
Entonces repuso el mayor Elphiston , puesto que el peso de la bala es proporcionado a
su volumen, una bala de hierro fundido, que mide nueve pies de diáme-tro, pesará
horriblemente.
Horriblemente, si es
maciza; pero no si es hueca dijo Barbicane.
¡Hueca! ¿Será, pues, una granada?
¡En la que pondremos mensajes!
producciones terrestres!
replicó J. T. Mas-ton . ¡Y muestras de nuestras
¡Sí, una granada respondió Barbicane ; no puede ser otra cosa! Una bala maciza de
108 pulgadas, pesaría más de 200.000 libras, y este peso es evidentemente ex-cesivo. Sin
embargo, como es menester que el proyectil tenga cierta consistencia, propongo que se le
consienta un peso de 20.000 libras.
¿Cuál será, pues, el grueso de sus paredes?
pre-guntó el mayor.
Si seguimos la proporción reglamentaria respon-dió Morgan , un diámetro de 108
pulgadas exigirá pare-des que no bajen de 2 pies.