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Cuando estuvieron debidamente colocados en el proyectil todos los objetos, se introdujo entre sus tabi-ques el agua destinada a amortiguar la repercusión, y el gas para el alumbrado se encerró en su recipiente. En cuanto el clorato de potasa y a la potasa cáustica, Barbi-cane, temiendo en el camino retrasos imprevistos, se lle-vó una cantidad suficiente para renovar por espacio de dos meses el oxígeno y absorber el carbónico. Un apara-to sumamente ingenioso que funcionaba automática-mente, se encargaba de devolver al aire sus cualidades vi-vificadoras y de purificarlo completamente. El proyectil estaba, pues, en disposición de echar a volar, y ya no faltaba más que bajarlo al columbiad. La operación estaba erizada de dificultades y peligros. Se trasladó la enorme granada a la cúspide de Stone's Hill, donde grúas de gran potencia se apoderaron de ella y la tuvieron suspendida encima del pozo de metal. Aquel momento fue palpitante. Si las cadenas no pu-diendo resistir un peso tan grande, se hubiesen roto, la caída de una mole tan enorme hubiera in GVF&