-No quiero yo decir -respondió don Quijote- que ésta sea aventura del todo, sino principio della; que
por aquí se comienzan las aventuras. Pero escucha; que, a lo que parece, templando está un laúd o
vigüela, y, según escupe y se desembaraza el pecho, debe de prepararse para cantar algo.
-A buena fe que es así -respondió Sancho-, y que debe de ser caballero enamorado.
-No hay ninguno de los andantes que no lo sea -dijo don Quijote-. Y escuchémosle; que por el hilo
sacaremos el ovillo de sus pensamientos, si es que canta; que de la abundancia del corazón habla la
lengua.
Replicar quería Sancho a su amo; pero la voz del caballero del Bosque, que no era muy mala ni muy
buena, lo estorbó, y estando los dos atentos, oyeron que lo que cantó fue este
SONETO
-Dadme, señora, un término que siga,
conforme a vuestra voluntad cortado;
que será de la mía así es timado,
que por jamás un punto dél desdiga.
Si gustáis que callando mi fatiga
muera, contadme ya por acabado:
si queréis que os la cuente en desusado
modo, haré que el mesmo amor la diga.
A prueba de contrarios estoy hecho,
de blanda cera y de diamante duro,
y a las leyes de amor el alma ajusto.
Blando cual es, o fuerte, ofrezco el pecho;
entallad o imprimid lo que os dé gusto;
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