entender con señales a los dos que asimismo callasen; pero, sin que se lo señalaran, callaron ellos,
porque la admiración de lo que estaban mirando les tenía atadas las lenguas.
Subieron, en esto, al teatro, con mucho acompañamiento, dos principales personajes, que luego
fueron conocidos de don Quijote ser el duque y la duquesa, sus huéspedes, los cuales se sentaron en
dos riquísimas sillas, junto a los dos que parecían reyes. ¿Quién no se había de admirar con esto,
añadiéndose a ello haber conocido don Quijote que el cuerpo muerto que estaba sobre el túmulo era
el de la hermosa Altisidora?
Al subir el duque y la duquesa en el teatro, se levantaron don Quijote y Sancho y les hicieron una
profunda humillación, y los duques hicieron lo mesmo, inclinando algún tanto las cabezas.
Salió, en esto, de través un ministro, y, llegándose a Sancho, le echó una ropa de bocací negro
encima, toda pintada con llamas de fuego, y, quitándole la caperuza, le puso en la cabeza una
coroza, al modo de las que sacan los penitenciados por el Santo Oficio; y díjole al oído que no
descosiese los labios, porque le echarían una mordaza, o le quitarían la vida. Mirábase Sancho de
arriba abajo, veíase ardiendo en llamas, pero como no le quemaban, no las estimaba en dos ardites.
Quitóse la coroza, viola pintada de diablos, volviósela [a] poner, diciendo entre sí:
–Aún bien, que ni ellas me abrasan ni ellos me llevan.
Mirábale también don Quijote, y, aunque el temor le tenía suspensos los sentidos, no dejó de reírse
de ver la figura de Sancho. Comenzó, en esto, a salir, al parecer, debajo del túmulo un son sumiso y
agradable de flautas, que, por no ser impedido de alguna humana voz, porque en aquel sitio el
mesmo silencio guardaba silencio a sí mismo, se mostraba blando y amoroso. Luego hizo de sí
improvisa muestra, junto a la almohada del, al parecer, cadáver, un hermoso mancebo ves-tido a lo
romano, que, al son de una arpa, que él mismo tocaba, cantó con suavísima y clara voz estas dos
estancias:
–En tanto que en sí vuelve Altisidora,
muerta por la crueldad de don Quijote,
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