barbero Nicolás se podrá llamar Miculoso, como ya el antiguo Boscán se llamó Nemoroso; al cura no
sé qué nombre le pongamos, si no es algún derivativo de su nombre, llamándole el pastor
Curiambro. Las pastoras de quien hemos de ser amantes, como entre peras podremos escoger sus
nombres; y, pues el de mi señora cuadra así al de pastora como al de princesa, no hay para qué
cansarme en buscar otro que mejor le venga; tú, Sancho, pondrás a la tuya el que quisieres.
–No pienso –respondió Sancho– ponerle otro alguno sino el de Teresona, que le vendrá bien con su
gordura y con el propio que tiene, pues se llama Teresa; y más, que, celebrándola yo en mis versos,
vengo a descubrir mis castos deseos, pues no ando a buscar pan de trastrigo por las casas ajenas. El
cura no será bien que tenga pastora, por dar buen ejemplo; y si quisiere el bachiller tenerla, su alma
en su palma.
–¡Válame Dios –dijo don Quijote–, y qué vida nos hemos de dar, Sancho amigo! ¡Qué de
churumbelas han de llegar a nuestros oídos, qué de gaitas zamoranas, qué tamborines, y qué de
sonajas, y qué de rabeles! Pues, ¡qué si destas diferencias de músicas resuena la de los albogues! Allí
se verá casi todos los instrumentos pastorales.
–¿Qué son albogues –preguntó Sancho–, que ni los he oído nombrar, ni los he visto en toda mi
vida?
–Albogues son –respondió don Quijote– unas chapas a modo de candeleros de azófar, que, dando
una con otra por lo vacío y hueco, hace un son, si no muy agradable ni armónico, no descontenta, y
viene bien con la rusticidad de la gaita y del tamborín; y este nombre albogues es morisco, como lo
son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a saber: almohaza,
almorzar, alhombra, alguacil, alhucema, almacén, alcancía, y otros semejantes, que deben ser pocos
más; y solos tres tiene nuestra lengua que son moriscos y acaban en i, y son: borceguí, zaquizamí y
maravedí. Alhelí y alfaquí, tanto por el al primero como por el i en que acaban, son conocidos por
arábigos. Esto te he dicho, de paso, por habérmelo reducido a la memoria la ocasión de haber
nombrado albogues; y hanos de ayudar mucho al parecer en perfeción este ejercicio el ser yo algún
tanto poeta, como tú sabes, y el serlo también en estremo el bachiller Sansón Carrasco. Del cura no
digo nada; pero yo apostaré que debe de tener sus puntas y collares de
Portal Educativo EducaCYL
http://www.educa.jcyl.es