merced ha leído que tratan de la andante caballería no ha visto algún desencantado por azotes; pero,
por sí o por no, yo me los daré, cuando tenga gana y el tiempo me dé comodidad para castigarme.
–Dios lo haga –respondió don Quijote–, y los cielos te den gracia para que caigas en la cuenta y en
la obligación que te corre de ayudar a mi señora, que lo es tuya, pues tú eres mío.
En estas pláticas iban siguiendo su camino, cuando llegaron al mesmo sitio y lugar donde fueron
atropellados de los toros. Reconocióle don Quijote; dijo a Sancho:
–Éste es el prado donde topamos a las bizarras pastoras y gallardos pastores que en él querían
renovar e imitar a la pastoral Arcadia, pensamiento tan nuevo como discreto, a cuya imitación, si es
que a ti te parece bien, querría, ¡oh Sancho!, que nos convirtiésemos en pastores, siquiera el tiempo
que tengo de estar recogido. Yo compraré algunas ovejas, y todas las demás cosas que al past