–Ya yo tengo noticia deste libro –dijo don Quijote–, y en verdad y en mi conciencia que pensé que
ya estaba quemado y hecho polvos, por impertinente; pero su San Martín se le llegará, como a cada
puerco, que las historias fingidas tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad
o la semejanza della, y las verdaderas tanto son mejores cuanto son más verdaderas.
Y, diciendo esto, con muestras de algún despecho, se salió de la emprenta. Y aquel mesmo día
ordenó don Antonio de llevarle a ver las galeras que en la playa estaban, de que Sancho se regocijó
mucho, a causa que en su vida las había visto. Avisó don Antonio al cuatralbo de las galeras como
aquella tarde había de llevar a verlas a su huésped el famoso don Quijote de la Mancha, de quien ya
el cuatralbo y todos los vecinos de la ciudad tenían noticia; y lo que le sucedió en ellas se dirá en el
siguiente capítulo.
CAPÍTULO 63: De lo mal que le avino a Sancho Panza con la visita de las galeras, y la nueva
aventura de la hermosa morisca
Grandes eran los discursos que don Quijote hacía sobre la respuesta de la encantada cabeza, sin que
ninguno dellos diese en el embuste, y todos paraban con la promesa, que él tuvo por cierto, del
desencanto de Dulcinea. Allí iba y venía, y se alegraba entre sí mismo, creyendo que había de ver
presto su cumplimiento; y Sancho, aunque aborrecía el ser gobernador, como queda dicho, todavía
deseaba volver a mandar y a ser obedecido; que esta mala ventura trae consigo el mando, aunque
sea de burlas.
En resolución, aquella tarde don Antonio Moreno, su huésped, y sus dos amigos, con don Quijote y
Sancho, fueron a las galeras. El cuatralbo, que estaba avisado de su buena venida, por ver a los dos
tan famosos Quijote y Sancho, apenas llegaron a la marina, cuando todas las galeras abatieron
tienda, y sonaron las chirimías; arrojaron luego el esquife al agua, cubierto de ricos tapetes y de
almohadas de terciopelo carmesí, y, en poniendo que puso los pies en él don Quijote, disparó la
capitana el cañón de crujía, y las otras galeras hicieron lo mesmo, y, al subir don Quijote por la
escala derecha, toda la chusma le saludó como es usanza cuando una persona principal entra en la
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