Test Drive | Page 425

–¡Medrados estamos con eso! –respondió Sancho–. Yo pondré que se vienen a resumirse todas estas faltas en las sobras que debe de haber de tocino y huevos. –¡Por Dios –respondió el huésped–, que es gentil relente el que mi huésped tiene!, pues hele dicho que ni tengo pollas ni gallinas, y ¿quiere que tenga huevos? Discurra, si quisiere, por otras delicadezas, y déjese de pedir gallinas. –Resolvámonos, cuerpo de mí –dijo Sancho–, y dígame finalmente lo que tiene, y déjese de discurrimientos, señor huésped. Dijo el ventero: –Lo que real y verdaderamente tengo son dos uñas de vaca que parecen manos de ternera, o dos manos de ternera que parecen uñas de vaca; están cocidas con sus garbanzos, cebollas y tocino, y la hora de ahora están diciendo: ‘‘¡Coméme! ¡Coméme!’’ –Por mías las marco desde aquí –dijo Sancho–; y nadie las toque, que yo las pagaré mejor que otro, porque para mí ninguna otra cosa pudiera esperar de más gusto, y no se me daría nada que fuesen manos, como fuesen uñas. –Nadie las tocará –dijo el ventero–, porque otros huéspedes que tengo, de puro principales, traen consigo cocinero, despensero y repostería. –Si por principales va –dijo Sancho–, ninguno más que mi amo; pero el oficio que él trae no permite despensas ni botillerías: ahí nos tendemos en mitad de un prado y nos hartamos de bellotas o de nísperos. Esta fue la plática que Sancho tuvo con el ventero, sin querer Sancho pasar adelante en responderle; que ya le había preguntado qué oficio o qué ejercicio era el de su amo. Llegóse, pues, la hora del cenar, recogióse a su estancia don Quijote, trujo el huésped la olla, así como estaba, y sentóse a cenar muy de propósito. Parece ser que en otro aposento que junto al de don Quijote estaba, que no le dividía más que un sutil tabique, oyó decir don Quijote: Portal Educativo EducaCYL http://www.educa.jcyl.es