Pésame, cuanto pesarme puede, que este año no se han cogido bellotas en este pueblo; con todo eso,
envío a vuesa alteza hasta medio celemín, que una a una las fui yo a coger y a escoger al monte, y no
las hallé más mayores; yo quisiera que fueran como huevos de avestruz.
No se le olvide a vuestra pomposidad de escribirme, que yo tendré cuidado de la respuesta, avisando
de mi salud y de todo lo que hubiere que avisar deste lugar, donde quedo rogando a Nuestro Señor
guarde a vuestra grandeza, y a mí no olvide. Sancha, mi hija, y mi hijo besan a vuestra merced las
manos.
La que tiene más deseo de ver a vuestra señoría que de escribirla, su criada,
Teresa Panza.
Grande fue el gusto que todos recibieron de oír la carta de Teresa Panza, principalmente los duques,
y la duquesa pidió parecer a don Quijote si sería bien abrir la carta que venía para el gobernador,
que imaginaba debía de ser bonísima. Don Quijote dijo que él la abriría por darles gusto, y así lo
hizo, y vio que decía desta manera:
Carta de Teresa Panza a Sancho Panza su marido
Tu carta recibí, Sancho mío de mi alma, y yo te prometo y juro como católica cristiana que no
faltaron dos dedos para volverme loca de contento. Mira, hermano: cuando yo llegué a oír que eres
gobernador, me pensé allí caer muerta de puro gozo, que ya sabes tú que dicen que así mata la
alegría súbita como el dolor grande. A Sanchica, tu hija, se le fueron las aguas sin sentirlo, de puro
contento. El vestido que me enviaste tenía delante, y los corales que me envió mi señora la
duquesa al cuello, y las cartas en las manos, y el portador dellas allí presente, y, con todo eso, creía y
pensaba que era todo sueño lo que veía y lo que tocaba; porque, ¿quién podía pensar que un pastor
de cabras había de venir a ser gobernador de ínsulas? Ya sabes tú, amigo, que decía mi madre que
era menester vivir mucho para ver mucho: dígolo porque pienso ver más si vivo más; porque no
pienso parar hasta verte arrendador o alcabalero, que son oficios que, aunque lleva el diablo a quien
mal los usa, en fin en fin, siempre tienen y manejan dineros. Mi señora la duquesa te dirá el deseo
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