Test Drive | Page 219

Y todos, o los más, derramaban pomos de aguas olorosas sobre don Quijote y sobre los duques, de todo lo cual se admiraba don Quijote; y aquél fue el primer día que de todo en todo conoció y creyó ser caballero andante verdadero, y no fantástico, viéndose tratar del mesmo modo que él había leído se trataban los tales caballeros en los pasados siglos. Sancho, desamparando al rucio, se cosió con la duquesa y se entró en el castillo; y, remordiéndole la conciencia de que dejaba al jumento solo, se llegó a una reverenda dueña, que con otras a recebir a la duquesa había salido, y con voz baja le dijo: –Señora González, o como es su gracia de vuesa merced... –Doña Rodríguez de Grijalba me llamo –respondió la dueña–. ¿Qué es lo que mandáis, hermano? A lo que respondió Sancho: –Querría que vuesa merced me la hiciese de salir a la puerta del cas-tillo, donde hallará un asno rucio mío; vuesa merced sea servida de mandarle poner, o ponerle, en la caballeriza, porque el pobrecito es un poco medroso, y no se hallará a estar solo en ninguna de las maneras. –Si tan discreto es el amo como el mozo –respondió la dueña–, ¡medradas estamos! Andad, hermano, mucho de enhoramala para vos y para quien acá os trujo, y tened cuenta con vuestro jumento, que las dueñas desta casa no estamos acostumbradas a semejantes haciendas. –Pues en verdad –respondió Sancho– que he oído yo decir a mi señor, que es zahorí de las historias, contando aquella de Lanzarote, cuando de Bretaña vino, que damas curaban dél, y dueñas del su rocino; y que en el particular de mi asno, que no le trocara yo con el rocín del señor Lanzarote. –Hermano, si sois juglar –replicó la dueña–, guardad vuestras gracias para donde lo parezcan y se os paguen, que de mi no podréis llevar sino una higa. Portal Educativo EducaCYL http://www.educa.jcyl.es