razón natural que primero llegue el día de mi muerte que el de la tuya; y así, jamás pienso verte
mudo, ni aun cuando estés bebiendo o durmiendo, que es lo que puedo encarecer.
–A buena fe, señor –respondió Sancho–, que no hay que fiar en la descarnada, digo, en la muerte, la
cual también come cordero como carnero; y a nuestro cura he oído decir que con igual pie pisaba las
altas torres de los reyes como las humildes chozas de los pobres. Tiene esta señora más de poder que
de melindre: no es nada asquerosa, de todo come y a todo hace, y de toda suerte de gentes, edades y
preeminencias hinche sus alforjas. No es segador que duerme las siestas, que a todas horas siega, y
corta así la seca como la verde yerba; y