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Sancho Panza, que lo escuchaba todo, dijo: –El rey es mi gallo: a Camacho me atengo. –En fin –dijo don Quijote–, bien se parece, Sancho, que eres villano y de aquéllos que dicen: "¡Viva quien vence!" –No sé de los que soy –respondió Sancho–, pero bien sé que nunca de ollas de Basilio sacaré yo tan elegante espuma como es esta que he sacado de las de Camacho. Y enseñóle el caldero lleno de gansos y de gallinas, y, asiendo de una, comenzó a comer con mucho donaire y gana, y dijo: –¡A la barba de las habilidades de Basilio!, que tanto vales cuanto tienes, y tanto tienes cuanto vales. Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener, aunque ella al del tener se atenía; y el día de hoy, mi señor don Quijote, antes se toma el pulso al haber que al saber: un asno cubierto de oro parece mejor que un caballo enalbardado. Así que vuelvo a decir que a Camacho me atengo, de cuyas ollas son abundantes espumas gansos y gallinas, liebres y conejos; y de las de Basilio serán, si viene a mano, y aunque no venga sino al pie, aguachirle. –¿Has acabado tu arenga, Sancho? –dijo don Quijote. –Habréla acabado –respondió Sancho–, porque veo que vuestra merced recibe pesadumbre con ella; que si esto no se pusiera de por medio, obra había cortada para tres días. –Plega a Dios, Sancho –replicó don Quijote–, que yo te vea mudo antes que me muera. –Al paso que llevamos –respondió Sancho–, antes que vuestra merced se muera estaré yo mascando barro, y entonces podrá ser que esté tan mudo que no hable palabra hasta la fin del mundo, o, por lo menos, hasta el día del Juicio. –Aunque eso así suceda, ¡oh Sancho! –respondió don Quijote–, nunca llegará tu silencio a do ha llegado lo que has hablado, hablas y tienes de hablar en tu vida; y más, que está muy puesto en Portal Educativo EducaCYL http://www.educa.jcyl.es