PALABRAS CONVOCADAS
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H. G. Oesterheld: Microrrelatos
otras vaya a saber dónde se nos colocan, quizás en el
alma, en el corazón, en el inconsciente…
Desde ese instante y para siempre nos poseen
haciéndonos creer que no tenemos más remedio que
utilizarlas, y lo hacemos todo el tiempo para todo, nos
parece que no hay nada que podamos hacer sin las
palabras, ni siquiera respirar porque cuando
respiramos la palabra respirar ya está ahí desde antes y
seguirá ahí cuando ya no estemos.
Así que no me miren así cuando digo que la culpa
fue de las palabras, porque es verdad.
Cuando Martín, después de tantos años de yo estar
deseándolo, de hacer lo imposible para motivarlo, para
darle coraje, finalmente me dijo TE QUIERO… Las
palabras que me habitan se retobaron o se asustaron o
dudaron o no supieron que hacer y simplemente se
ocultaron en mis ojos, y Martín… Martín es maravilloso
pero no sabe escuchar las palabras de los ojos…
Se ofendió, y se fue.
AMOR
Desnudos, se hacen el amor delante de la chimenea.
El resplandor de las llamas les caldea la piel, los
cuerpos son un solo, rítmico latido.
Un solo, rítmico latido cada vez más pujante.
Por fin, el paroxismo.
Agotados, los tres cuerpos se desenroscan
lentamente, las antenas se separan. Las llamas se
multiplican en las escamas triangulares.
GENESIS
“Y el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza.
Y hubo amor, y placer, y virtud en el mundo. Y los
días fueron largos, demasiado largos.
Entonces el hombre creó al Demonio, a su imagen y
semejanza.
Y hubo así amor y odio en el mundo, placer y dolor,
virtud y pecado.
Y los días fueron cortos, muy cortos.
Y fue bueno vivir”