-El otro día Fred Thompson me lo presentó. Me gustó mucho el
sombrero de cuero que usa. Pero parece que no sabe reírse...
-Vamos ya, que me estoy mareando con todo ese mundo que solo
existe en tu cabecita. ¿Y la otra cosa?
-La otra cosa todavía es más difícil. Pero ya que hablé de "tú" y no te
enojaste... No me gusta mucho tu nombre. Es decir, no es que no me gusta,
pero entre amigos queda muy...
-Virgen santísima, ¿qué vendrá ahora?
-¿Te parece que yo puedo llamarte "Valadares"? Pensó un poco y se
sonrió.
-Sí, en realidad no suena bien.
-Tampoco me gusta decirte Manuel. No imaginas cómo me pongo de
furioso cuando papá cuenta chistes de portugueses y dice: "Eh, Manuel... Se
ve que el hijo de su madre nunca tuvo un amigo portugués...
-¿Qué dijiste?
-¿Que mi padre imita a los portugueses?
-No. Antes. Una cosa fea.
-¿Hijo de su madre, es tan malo como el otro hijo?...
-Casi lo mismo.
-Pues voy a ver si no lo digo más. ¿Entonces?
-Es lo que yo te pregunto. ¿Qué conclusión sacaste? No me quieres
llamar Valadares ni tampoco Manuel.
-Hay un nombre que a mí me parece lindo.
-¿Cuál?
Puse la cara más sinvergüenza del mundo.
-Como don Ladislao y los otros te llaman en la confitería...
El cerró el puño fingiendo enojo en broma.
-¿Sabes que eres el mayor atrevido del mundo que conozco? Quieres
llamarme "Portuga", ¿no es así?
-Es más de amigo.
98