-Pero no era de las grandes. Era una bien chiquita. Le dieron un
purgante al bicho y salió. Y en vez de devolverme la bolita lo que me dieron
fue una brutal paliza. Pero peor fue cuando yo estaba durmiendo y papá
agarró el zueco y me pegó unos zuecazos. Yo ni siquiera sabía por qué me
pegaban.
-¿Y por qué fue?
-Fuimos muchos chicos a ver una película. Entramos en la segunda
sección porque es más barato. Entonces tuve ganas, ¿sabe?... y me quedé
bien en el rincón de la pared, orinando. Aquella agua corría. Es una tontería
que uno tenga que salir y perderse un pedazo de la película. Pero usted ya
sabe cómo somos los chicos. Basta que uno lo haga para que todos los
otros tengan ganas. Y, así, todo el mundo se fue a ese rinconcito y pronto se
formó un río. Al fin lo descubrieron, y ya se sabe: fue el hijo de don Pablo.
Me prohibieron ir al cine "Bangú" durante un año, hasta que tenga juicio. A la
noche el dueño se lo contó a papá, y a él no le hizo ninguna gracia... yo
puedo decirlo.
Aun así, Minguito continuaba enfadado.
-Mira, Minguito, no necesitas quedarte con esa cara. El es mi mejor
amigo. Pero tú eres el rey absoluto de los árboles, así como Luis es el rey
absoluto de mis hermanos. Es necesario que sepas que el corazón de la
gente tiene que ser muy grande y debe caber en él todo lo que a uno le
gusta.
Silencio.
-¿Sabes una cosa, Minguito? Voy a jugar a las bolitas- Hoy estás muy
aburrido.
***
Al comienzo el secreto existió solo porque yo tenia vergüenza de ser
visto en el coche del hombre que me diera unas palmadas. Después
persistió porque siempre es lindo tener un secreto. Y el Portugués me daba
todos los gustos en ese sentido. Nos habíamos jurado, a muerte, que nadie
debería saber nada de nuestra amistad. Primero, porque no quería que
llevara a los otros chicos; cuando venía gente conocida, hasta el mismo
Totoca, yo bajaba del coche. Segundo, porque nadie debía molestar tantos
temas que teníamos para conversar.
-¿Usted nunca vio a mi madre? Es india. Hija de indio. Todos allá en
casa son medio indios.
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