-Siempre es bueno mudarse. Por la cerca nos quedamos observando
una planta de "mango" de un lado, y una de tamarindo, de otro.
-Tú, que quieres saberlo todo, ¿no te diste cuenta del drama que hay en
casa? Papá está sin empleo, ¿no es cierto? Hace más de seis meses que se
peleó con mister Scottfield y lo dejaron en la calle. ¿No viste que Lalá
comenzó a trabajar en la Fábrica? ¿No sabes que mamá va a trabajar al
centro, en el Molino Inglés? Pues bien, bobo, todo eso es para juntar algún
dinero y pagar el alquiler de la nueva casa. La otra hace ya como ocho
meses que papá no la paga. Tú eres muy chico para saber cosas tristes,
como ésta. Pero yo voy a tener que acabar ayudando en la misa para ayudar
en casa. Se quedó un rato en silencio.
-Totoca, ¿van a traer la pantera negra y las dos leonas?
-Claro que sí. Y el esclavo es quien tendrá que desmontar el gallinero.
Me miró con cierto cariño y pena.
-Yo soy el que va a desmontar el jardín zoológico y armarlo de nuevo
aquí.
Quedé aliviado. Porque, si no, yo tendría que inventar algo nuevo para
jugar con mi hermanito más chico, Luis.
-Bien, ¿viste cómo soy tu amigo, Zezé? Entonces no te cuesta nada
contarme cómo fue que conseguiste "aquello"...
-Te juro, Totoca, que no sé. De veras que no sé.
-Estás mintiendo. Estudiaste con alguien.
-No estudié nada. Nadie me enseñó. Solo que sea el diablo, que según
Jandira es mi padrino, el que me haya enseñado mientras yo dormía.
Totoca estaba sorprendido. Al comienzo hasta me había dado
coscorrones para que le contara. Pero yo no podía contarle nada.
-Nadie aprende solo esas cosas.
Pero se quedaba confundido porque realmente no había visto a nadie
enseñándome nada. Era un misterio.
Fui recordando algo que había pasado la semana anterior. La familia se
quedó muy sorprendida. Todo había comenzado cuando me senté cerca de
tío Edmundo, en casa de Dindinha, mientras él leía el diario.
-Tiíto.
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