Test Drive | Page 87

¡Allí sucedió la cosa! La bocina sonó tres veces. ¡Desgraciado! No bastaba que uno estuviera muriéndose de dolor, que todavía venía a burlarse... El coche paró bien junto a mí. Sacó el cuerpo afuera y preguntó: -En, muchachito, ¿te lastimaste el pie? Tuve ganas de decirle que eso no le importaba a nadie. Pero como él no me había llamado "mocoso" no respondí y continué caminando unos cinco metros. Puso el coche en funcionamiento, pasó delante de mí y paró casi pegándose al muro, un poco fuera de la carretera, cortándome el paso. Entonces abrió la puerta y bajó. Su enorme figura me apabullaba. -¿Te está doliendo mucho, muchachito? No era posible que la persona que me pegara usara ahora una voz tan dulce y casi amiga. Se acercó más a mí y, sin que nadie lo esperase, arrodilló su cuerpo gordo y me miró cara a cara. Tenía una sonrisa tan suave que parecía desparramar cariño. -Por lo visto te golpeaste mucho, ¿no? ¿Cómo fue? Resoplé un poco antes de responderle. -Un pedazo de vidrio. -¿Fue profundo? Le di el tamaño del tajo con los dedos. -¡Ah!, eso es grave. ¿Y por qué no te quedaste en casa? Por lo que veo vas a la escuela, ¿no? -Nadie sabe en casa que me lastimé. Si lo descubren, encima me pegan para que aprenda a no lastimarme... -Ven, que voy a llevarte. -No, señor, gracias. -Pero ¿por qué? -En la escuela todo el mundo sabe lo que pasó... -Pero tú no puedes caminar así. 87