Test Drive | Page 85

-¡No me quieres, no! Si me quisieras no dejarías que me lleve otra paliza hoy. Ya está oscureciendo y no va haber tiempo de que hagas alguna otra travesura como para que te castiguen. -Ya la hice... Soltó el bordado y se acercó a mí. Casi dio un grito al ver el charco de sangre en que estaba mi pie. -¡Dios mío! Gum, ¿qué ha sido? Estaba ganada la partida. Cuando ella me llamaba “Gum" era porque estaba salvado. Me alzó y me sentó en la silla. Rápidamente tomó una palangana de agua con sal y se arrodilló a mis pies. -Va a doler mucho, Zezé. -Ya está doliendo mucho. -Mi Dios, tienes un corte casi como de tres dedos. ¿Cómo te hiciste eso, Zezé? -Pero no se lo cuentes a nadie. Por favor, Godóia, te prometo portarme bien. No dejes que nadie me pegue tanto... -Está bien, no lo contaré. ¿Cómo vamos a hacer? Todo el mundo va a ver tu pie vendado. Y mañana no podrás ir a la escuela. Lo descubrirán todo. -Sí que voy a la escuela. Me calzo los zapatos hasta la esquina. Después es mucho más fácil. -Necesitas acostarte y quedarte con el pie bien estirado, si no será imposible que puedas caminar mañana. Me ayudó a ir a saltos hasta la cama. -Voy a traerte alguna cosa para que comas antes de que lleguen los otros. Cuando volvió con la comida, no aguanté más y le di un beso. Eso era algo muy raro en mí. *** Cuando todos llegaron a comer, mamá se dio cuenta de que yo no estaba. 85