Test Drive | Page 81

recibió una paliza del "Andaraí" comentaron, burlándose: "El Bangú"* cobró más que ese chico de don Pablo"... A veces veía el maldito coche detenido en la esquina y retrasaba el paso para no tener que ver pasar al Portugués -al cual iba a matar tan pronto creciera- con su gran empaque de dueño del coche más lindo del mundo y de Bangú. *"Bangú" y "Andaraí", referencia a dos clubes de fútbol de la zona (N. de la T.). Por entonces desapareció durante algunos días. ¡Qué alivio! Seguramente habría viajado lejos o estaría de vacaciones. Volví a caminar hacia la escuela con el corazón sosegado y ya medio inseguro sobre si valía la pena matar a ese hombre más tarde. Una cosa era segura: cada vez que iba a trepar a un coche de menor importancia, ya no sentía el entusiasmo de antes y mis orejas comenzaban a arder penosamente. Mientras tanto, la vida de la gente y de la calle se desarrollaba normalmente. Había llegado el tiempo de la cometa y "¡calle para qué te quiero!". El cielo azulado se estrellaba de día con las estrellas más bonitas y coloridas. En el tiempo del viento dejaba de lado un poco a Minguito, o solamente lo buscaba cuando me ponían en penitencia después de una buena soba. Entonces no intentaba escapar, porque una paliza cerca de otra dolía mucho. En esos momentos me iba con el rey Luis a adornar, a enjaezar -término que me gustaba mucho- mi planta de naranja-lima. Para colmo, Minguito había dado un gran estirón y pronto, muy pronto, estaría dando flores y frutos para mí. Los otros naranjos demoraban mucho. Mi planta de naranja-lima era "precoz", como tío Edmundo decía de mí. Después, él me explicó lo que eso significaba: era cuando las cosas sucedían mucho antes de que otras ocurrieran. Finalmente, me parece que no supo explicarlo muy bien. Lo que quería decir, simplemente, era que algo se adelanta... Entonces yo tomaba trozos de cordón, sobras de hilos y aguiereaba un montón de tapitas de botellas para ir a enjaezar a Minguito. ¡Había que ver lo lindo que quedaba! El viento, golpeándolas, hacía chocar una tapita contra otra y parecía que estaba usando las espuelas de plata de Fred Thompson cuando montaba su caballo "Rayo de Luna". El mundo de la escuela también era muy bueno. Yo sabía todos los himnos nacionales de memoria. El más grande de todos, que era el verdadero; los otros himnos nacionales de la Bandera y el himno nacional de la "Libertad, libertad, abre las alas sobre nosotros". A mí, y creo que también a Tom Mix, era el que más me gustaba. Cuando iba a caballo, sin estar en guerra ni en cacerías, me pedía respetuosamente: -Vamos, guerrero Pinagé, cante el himno de la Libertad. 81