Minguito se ponía muy feliz cuando lo llamaba "Xururuca"; en ese
momento, sabía que lo quería más aún.
-Me acuerdo, sí.
-Pero todavía no te conté que leí el libro. Es la historia de un príncipe al
que un hada le regaló una rosa roja y blanca, Viajaba en un caballo muy
lindo, todo enjaezado de oro; así dice el libro. Y en ese caballo enjaezado de
oro salía buscando aventuras. Ante cualquier peligro acudía a la rosa
mágica, y entonces aparecía una humareda enorme que permitía al príncipe
escapar. En verdad, Minguito, me pareció que la historia era bastante tonta,
¿sabes? No es como esas aventuras que quiero tener en mi vida. Aventuras
son las de Tom Mix y Buck Jones. Y Fred Thompson y Richard Talmadge.
Porque luchan como locos, disparan tiros, dan trompadas. Pero si cualquiera
de ellos anduviese con una rosa mágica, y ante cada peligro acudiese a ella,
no tendría ninguna gracia, ¿no te parece?
-También creo que tiene poca gracia.
-Pero no es eso lo que quiero saber. Me gustaría saber si crees que una
rosa puede ser así, mágica.
-Y... es bastante raro.
-Esa gente anda por ahí, contando cosas, y piensa que los chicos
creemos cualquier cosa.
-Eso mismo.
Escuchamos un gran barullo, y resultó ser Luis que se venía acercando.
Cada vez mi hermano estaba más lindo. Ya no era llorón ni peleador. Aun
cuando me veía obligado a tomarlo a mi cuidado, siempre lo hacía con
buena voluntad.
Le comenté a Minguito:
-Cambiemos de tema, porque le voy a contar esa historia a él; la va a
encontrar linda. Y uno no debe quitarle las ilusiones a un niño.
-Zezé, ¿vamos a jugar?
-Yo ya estoy jugando. ¿A qué quieres jugar?
-Quería pasear por el Jardín Zoológico. Miré, desanimado, el gallinero
con la gallina negra y las dos gallinitas blancas.
-Es muy tarde. Los leones ya se fueron a dormir y los tigres de Bengala
también. A esta hora cierran todo; ya no venden más entradas.
78