Test Drive | Page 75

De un salto estaba pegado a la rueda, con todas las fuerzas que me había dado el miedo. Sabía que hasta la escuela la distancia era enorme. Ya comenzaba a pregustar mi victoria ante los ojos de mi compañero... -¡Ay! Di un grito tan grande y agudo que la gente salió a la puerta del café para ver quién había sido atropellado Yo estaba colgado a medio metro del suelo, balanceándome, balanceándome. Mis orejas ardían como brasas. Algo había fallado en mis planes. Me había olvidado de escuchar, en mi confusión, el ruido del motor en funcionamiento. La cara severa del Portugués parecía estarlo más aún. Sus ojos despedían llamaradas. -Entonces, mocoso atrevido, ¿eras tú? ¡Un mocoso de ésos con semejante atrevimiento!. . . Dejó que mis pies se apoyaran en el suelo. Soltó una de mis orejas y con un brazo gordo me amenazaba el rostro. -¿Te piensas, mocoso, que no te he estado observando todos los días espiar mi coche? Voy a darte un correctivo y no tendrás nunca más ganas de repetir lo que hiciste. La humillación me dolía más que el propio dolor. Solo tenía ganas de vomitar una serie de malas palabras sobre el bruto. Pero no me soltaba y pareciendo adivinar mis pensamientos me amenazó con la mano libre. - ¡Habla! ¡Insulta! ¿Por qué no hablas? Mis ojos se llenaron de lágrimas de dolor, de humillación, ante las personas que estaban presenciando la escena y reían con maldad. El Portugués continuaba desafiándome. -Entonces, ¿por qué no insultas, mocoso? Una cruel rebelión comenzó a surgir dentro de mi pecho y conseguí responder con rabia: !No hablo ahora, pero estoy pensando. Y cuando crezca voy a matarlo. El lanzó una carcajada que fue acompañada por los espectadores. 75