Nos sentábamos en la pared de la Estación, frente al jardín de la
Fábrica, y él abría el folleto principal, mostrándome la música y cantando el
comienzo. Cuando a mí no me parecía bueno, buscaba otra.
-Esta es nueva, "Sinvergüencita". Cantó otra vez.
-Cántela de nuevo. Repitió la estrofa final.
-Esa, don Ariovaldo, además de "Fanny" y los tangos. ¡Vamos a
venderlo todo!
Y nos fuimos por las calles llenas de sol y de polvo. Nosotros éramos
los pajaritos alegres que confirmaban el verano
Su lindo vozarrón abría la ventana de la mañana.
-El éxito de la semana, del mes y del año. "Sinvergüencita", que grabó
Chico Viola.
La Luna surge color de plata
En lo alto de la montaña verdeante
Y la lira del cantor en serenata
Despierta en la ventana a su amante.
Al sonido de la melodía apasionada
En las cuerdas de la sonora guitarra
Confiesa el cantor a su amada
Lo que tiene adentro del corazón...
Ahí, hacía una pequeña pausa, asentía dos veces con la cabeza y yo
entraba con mi vocecita afinada.
Oh linda imagen de mujer que me seduce
Si yo pudiera estarías en un altar.
Eres la imagen de mis sueños, eres la luz,
Eres sinvergüencita, no necesitas trabajar...
¡Qué cosa! Las muchachas venían corriendo a comprar. Caballeros,
gente de toda estatura y de todo tipo.
Lo que me gustaba era vender los folletos de cuatrocientos réis y de
quinientos. Cuando era una muchacha, yo ya sabía.
-Su vuelto, señora.
-Guárdalo para comprarte caramelos.
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