Test Drive | Page 52

Nos quedamos mirando el cielo. -¿Es ésa, Minguito? La nube venía caminando muy despacio, bien grande, como si fuese una hoja blanca toda recortada. -Es aquélla, Minguito. Me levanté, emocionado, y abrí mi camisa. Sentí que él iba saliendo de mi pecho flaco. -Vuela, vuela, pajarito mío. Bien alto. Súbete hasta pararte en el dedo de Dios. Dios te va a llevar hasta otro niño y vas a cantarle lindo, como siempre cantaste para mí. ¡Adiós, mi pajarito lindo! Sentí un interminable vacío interior. -Mira, Zezé. Se posó en el dedo de la nube. -Ya lo vi... Recosté mi cabeza en el corazón de Minguito y me quedé mirando la nube, que seguía su camino. -Nunca fui malo con él... Di vuelta mi cara contra su rama. -Xururuca. -¿Qué pasa? -¿Es feo si me pongo a llorar? -Nunca es feo llorar, bobo. ¿Por qué? -No sé, todavía no me acostumbré. Parece como si aquí adentro mi jaula hubiese quedado vacía. . . *** Gloria me había llamado muy temprano. -Déjame ver las uñas. Le mostré las manos y ella aprobó. -Ahora las orejas. -¡Uyuyuy, Zezé! Me llevó hasta la pileta, mojó un trapo con jabón y fue restregando mi suciedad. 52