-Es muy bueno que te acuerdes. Entonces sucede una maravilla. El
pensamiento crece, crece y toma por su cuenta toda nuestra cabeza y
nuestro corazón. Vive en nuestros ojos y en todos los momentos de nuestra
vida.
-Ya sé. ¿Y el pajarito?
-El pajarito fue hecho por Dios para ayudar a las criaturas a descubrir
las cosas. Después, cuando el niño ya no lo necesita más, devuelve el
pajarito a Dios. Y Dios lo coloca en otro niño inteligente como tú. ¿No es
lindo eso?
Reí feliz porque estaba teniendo
un "pensamiento".
-Sí. Y ahora me voy.
-¿Y la monedita?
-Hoy no. Voy a estar muy ocupado.
Salí por la calle pensando en todo. Pero estaba recordando una cosa
que me ponía muy triste. Totoca tenía un pájaro muy lindo, tan manso que
subía a su dedo cuando le cambiaba el alpiste. Podía hasta dejar la puerta
abierta que no se escapaba. Un día Totoca se olvidó de él y lo dejó al sol. Y
el sol caliente lo mató. Me acordaba de Totoca con él en la mano y llorando,
llorando con el pajarito muerto apoyado en el rostro. Y decía:
-Nunca más, nunca más voy a tener preso a un pajarito.
Yo estaba con él y le dije:
-Totoca, yo tampoco voy a tener a ninguno preso. Llegué a casa y fui
derecho a ver a Minguito.
-Xururuca, vine a hacer una cosa.
-¿Qué es?
-¿Vamos a esperar un poco?
-Vamos. Me senté y recosté mi cabeza en su tronquito.
-¿Qué es lo que vamos a esperar, Zezé?
-Que pase una nube bien linda por el cielo.
-¿Para qué?
-Voy a soltar a mi pajarito. Sí, voy a soltarlo; ya no lo preciso más...
51