-Bien, Zezé, si tu asunto es un "asunto" de dinero -restregó los dedosno tengo un céntimo.
-¿Ni una monedita para bolitas?
Se sonrió.
-Una monedita puede ser, ¿quién sabe? Iba a meter la mano en el
bolsillo, pero lo interrumpí.
-Estoy haciendo una broma, tío, no es nada de eso.
-Entonces ¿de qué se trata?
Sentía que él se encantaba con mis "precocidades" y, después de que
yo le leyera sin aprender, las cosas habían mejorado mucho.
-Quiero saber una cosa muy importante. ¿Eres capaz de cantar sin
estar cantando?
-No entiendo bien.
-Así -y canté una estrofa de "Casita Pequeñita".
-Pero estás cantando, ¿no es verdad?
-Ahí está la cosa. Yo puedo hacer todo eso por dentro sin cantar por
fuera.
Rió de mi simplicidad, pero no sabía adonde quería llegar.
-Mira, tío, cuando yo era pequeñito pensaba que tenía un pajarito aquí
adentro y que cantaba. Era él quien cantaba.
-¡Aja! Es una maravilla que tengas un pajarito así.
-No entendiste. Pasa que ahora ando medio desconfiado de ese
pajarito. ¿Y cuando hablo y veo por dentro?
Entendió y se rió de mi confusión.
-Voy a explicarte, Zezé. ¿Sabes lo que es eso? Eso significa que estás
creciendo. Y creciendo, esa cosa que dices que habla y ve se llama
pensamiento. El pensamiento es lo que hace aquello que una vez yo dije
que tendrías muy pronto...
-¿La edad de la razón?
50