-Zezé, estás llorando...
-En seguida pasa. Además, no soy un rey, como tú. Solamente soy una
cosa que no sirve para nada. Un chico malo, bien malo... Apenas eso.
***
-Totoca, ¿fuiste a la casa nueva?
-No. ¿Y tú?
-Siempre que puedo hago una corridita hasta allá.
-Y eso, ¿para qué?
-Quiero saber si Minguito está bien.
-¿Y quién diablos es Minguito?
-Mi planta de naranja-lima.
-Le encontraste un nombre bastante parecido a ella. Eres único para
encontrarles nombres a las cosas.
Se rió y continuó afinando lo que sería el nuevo cuerpo de "Rayo de
Luna".
-¿Y estaba allá?
-No creció nada.
-Ni crecerá si andas espiándola todo el tiempo. ¿Se está poniendo
linda? ¿Es así como querías el cabo?
-Sí. Totoca, ¿por qué sabes hacer de todo, eh? Haces jaula, gallinero,
vivero, cerca, cancela...
-Eso es porque no todo el mundo nació para ser poeta de corbata de
moño. Pero si realmente quisieras, aprenderías.
-Me parece que no. Para eso es necesario tener "inclinación".
Se detuvo un instante y me miró, entre riendo y reprobando aquella
posible novedad de tío Edmundo.
En la cocina estaba Dindinha, que había venido para hacer "rabanada"*
mojada en vino. Era la cena de Nochebuena.
32