Test Drive | Page 25

¡Qué maravilla!... ¡Qué alivio!... El que no se extrañó mucho fue Biriquinho. -Menos mal que es en la otra calle. Queda cerca de aquí. Y aquello de que te hablé. . . -¿Cuándo es? -Mañana a las ocho, en la puerta del Casino Bangú. La gente dice que el dueño de la Fábrica mandó comprar un camión de juguetes. ¿Vas? -Sí que voy. Y llevaré a Luis. ¿Será posible que yo también reciba algo? -Claro que sí. Una porqueriíta de este tamaño. ¡O estás pensando que ya eres un hombre? Se puso cerca de mí y sentí que todavía era muy chico. Menor aún de lo que pensaba. -Bueno, algo voy a ganar. . . Pero ahora tengo que hacer. Mañana nos encontramos ahí. Volví a casa y anduve dando vueltas alrededor de Gloria. -¿Qué pasa, muchacho? -Bien que podías llevarme. Hay un camión que vino de la ciudad llenito de juguetes. -Escucha, Zezé. Tengo un montón de cosas que hacer. Planchar, ayudar a Jandira a arreglar la mudanza. Vigilar las cacerolas en el fuego... -También vienen un montón de cadetes de Realengo. Además de coleccionar retratos de Rodolfo Valentino, a quien ella llamaba "Rudy", y que pegaba en un cuaderno, tenía locura por los cadetes. -¿Dónde viste cadetes a las ocho de la mañana? ¿Quieres hacerme pasar por tonta, chiquilín? Ve a jugar, Zezé. Pero no me fui. -¿Sabes una cosa, Godóia? No es por mí, no. Pasa que le prometí a Luis llevarlo allá. Es tan chiquitito. Un chico de esa edad solamente piensa en la Navidad. -Zezé, ya dije que no voy. Y ésas son mentiras; lo que pasa es que tú quieres ir. Tienes mucho tiempo para recibir Navidades en tu vida... 25