Test Drive | Page 23

-Hasta que me mude. Falta más de una semana. Hasta ese momento ¿no te irás a olvidar de hablar? -Jamás. Es decir, para ti solamente. ¿Quieres ver cómo soy de blando? -¿Cómo eres de qué?. . . -Súbete a mi rama. Obedecí. -Ahora, balancéate un poco y cierra los ojos. Hice lo que me mandaba. -¿Qué tal? ¿Alguna vez tuviste en la vida un caballito mejor? -Nunca. Es maravilloso. Voy a darle a mi hermanito menor mi caballito "Rayo de Luna". Te va a gustar mucho mi hermano, ¿sabes? Bajé adorando ya mi planta de naranja-lima. -Mira, haré una cosa. Siempre que pueda, antes de mudarnos, vendré a charlar un ratito contigo. . . Ahora necesito irme, ya están saliendo todos. -Pero los amigos no se despiden así. -¡Chist! Allá viene ella. Gloria llegó en el momento en que lo abrazaba. -Adiós, amigo. ¡Eres la cosa más linda del mundo! -¿No te lo había dicho? -Sí, lo dijiste. Ahora, aunque ustedes me diesen la "mangueira" y la planta de tamarindo a cambio de mi árbol, no querría. Me pasó la mano por el pelo, tiernamente. -¡Cabecita, cabecita!. . . Salimos tomados de las manos. -Godóia, ¿no te parece que tu "mangueira" es un poco sosa? -Todavía no se puede saber, pero parece un poco, sí. -¿Y el tamarindo de Totoca? -Es un poco sin gracia, ¿por qué?