Test Drive | Page 22

Me enojé. Sentado en el suelo, apoyé mi enojo en mi planta de naranjalima. Gloria se alejó sonriendo. -Ese enojo no dura, Zezé. Acabarás descubriendo que yo tenía razón. Agujereé el suelo con un palito y comencé a dejar de lloriquear. Habló una voz, venida quién sabe de dónde, cerca de mi corazón. -Creo que tu hermana tiene toda la razón. -Todo el mundo tiene siempre toda la razón; el único que no la tiene nunca soy yo. -No es cierto. Si me mirases bien, acabarías por darte cuenta. Me levanté, asustado, y miré el arbolito. Era raro, porque siempre conversaba con todo, pero pensaba que era mi pajarito de adentro que se encargaba de arreglar las conversaciones. -¿Pero tú hablas de verdad? -¿No me estás escuchando? Y se rió bajito. Casi salí gritando por la quinta. Pero me sujetaba la curiosidad. -¿Por dónde hablas? -Los árboles hablan por todas partes. Por las hojas, por las ramas, por las raíces. ¿Quieres ver? Apoya tu oído aquí en mi tronco y vas a escuchar palpitar mi corazón. Me quedé medio indeciso, pero viendo su tamaño perdí el miedo. Apoyé la oreja y una cosa lejana hacia tic... tac... tic... tac... -¿Viste? -Pero, dime, ¿todo el mundo sabe que hablas? -No. Solamente tú. -¿De verdad? -Puedo jurarlo. Un hada me dijo que cuando un niño igual a ti se hiciera amigo mío, yo podría hablar y ser muy feliz. -¿Y vas a esperar? -¿Qué cosa? 22