Test Drive | Page 20

-Hoy todo el mundo va a ver la nueva casa. Totoca me llamó aparte y me avisó en un susurro. -Si llegas a contar que ya conocemos la casa, te hago polvo. Pero yo ni siquiera había pensado en eso. Era un mundo de gente por la calle. Gloria me llevaba de la mano y tenía órdenes de no soltarme ni un minuto. Y yo llevaba de la mano a Luis. -¿Cuándo tenemos que mudarnos, mamá? Mamá le respondió a Gloria con una cierta tristeza. -Dos días después de Navidad hemos de comenzar a arreglar los trastos. Hablaba con una voz cansada, cansada. Y yo sentía mucha pena por ella. Mamá había nacido trabajando. Desde los seis años de edad, cuando construyeron la Fábrica, la habían puesto a trabajar allí. La sentaban encima de una mesa y tenía que quedarse allí limpiando y enjuagando las herramientas. Era tan chiquitita que se mojaba encima de la mesa porque no podía bajar sola. . . Por eso nunca fue a la escuela ni aprendió a leer. Cuando le escuché esa historia me quedé tan triste que prometí que cuando fuese poeta y sabio le iba a leer todas mis poesías. Y la Navidad ya se anunciaba en tiendas y mercerías. En todos los vidrios de las puertas ya habían dibujado a Papá Noel. Algunas personas compraban postales para que cuando llegase la hora no se llenasen demasiado las casas de comercio. Yo tenía una lejana esperanza de que esta vez el Niño Dios naciera. Pero que naciera para mí. A lo mejor, cuando llegara a la edad de la razón, tal vez mejorase un poco. -Aquí es. Todos quedaron encantados. La casa era un poco más chica. Mamá, ayudada por Totoca, desató el alambre que sostenía el portón y todo el mundo se lanzó hacia adelante. Gloria me soltó y olvidó que ya estaba haciéndose una señorita. Se precipitó en una carrera y abrazó la "mangueira"*. *Árbol frutal que da la manga (N. de la T) -Esta es mía. Yo la agarré primero. Antonio hizo lo mismo con la planta de tamarindo. No había quedado nada para mí. Casi llorando miré a Gloria. -¿Y yo, Gloria? 20