-Uno no puede elegir al padre antes de nacer. Pero si hubiese podido
hacerlo te hubiera elegido a ti.
-¿De veras, muchacho?
-Te lo puedo jurar. Además, sería una persona menos para comer. Te
prometo que no hablo ni digo más palabrotas, ni siquiera "traste". Te lustro
los zapatos, cuido de tus pajaritos en la jaula. Me vuelvo totalmente bueno.
No va a haber mejor alumno en la escuela. Hago todo, todo bien.
No sabía qué contestar.
-En casa todo el mundo se muere de alegría si pueden darme. Va a ser
un alivio. Tengo una hermana, entre Gloria y Antonio, que fue dada en el
Norte. Fue a vivir con una prima que es rica para poder estudiar y aprender a
ser gente...
El silencio continuaba y sus ojos estaban llenos de lágrimas.
-Y si no me quieren dar, tú me compras. Papá está sin ningún dinero.
Seguro que me vende. Si pide muy caro puedes comprarme a crédito, así
como hace don Jacobo cuando vende...
Como no respondiera, volví a mi antigua posición y él también.
-Sabes, Portuga, si no me quieres no importa. No quería hacerte llorar...
Acarició muy lentamente mi pelo.
-No se trata de eso, hijo mío. No es eso. La gente no resuelve así la
vida, con una sola maniobra. Pero te voy a proponer una cosa. No podré
sacarte del lado de tus padres ni de tu casa, aunque me gustaría mucho
poder hacerlo. Eso no está bien. Pero de ahora en adelante yo, que te
quería como a un hijo, voy a tratarte como si realmente lo fueras. Me erguí,
exultante.
-¿Verdad, Portuga?
-Hasta puedo jurar, como tú dices siempre.
Hice una cosa que raramente hacía o me gustaba hacer con mis
familiares. Besé su rostro gordo y bondadoso. . .
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DE PEDAZOS Y PEDAZOS SE FORMA LA TERNURA
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