-Humm...
-¿Estás durmiendo?
-Todavía no.
-¿Es verdad eso que le dijiste a don Ladislao en la confitería?
-Caramba, son tantas las cosas que le he dicho a don Ladislao en la
confitería...
-Sobre mí. Yo escuché. Desde el coche lo oí todo.
-¿Y qué escuchaste?
-Que me quieres mucho.
-Claro que te quiero. ¿Entonces?
Me di vuelta sin libertarme de sus brazos. Miré sus ojos semicerrados.
Su rostro, así, quedaba más gordo y más parecido al de un rey.
-No, quiero saber a fondo si me quieres.
-Claro que sí, bobito. ¡Y me apretó más para probar lo que había dicho.
-Estuve pensando seriamente. Tú tienes solo a esa hija que vive en "El
Encantado", ¿no?
-Así es.
-Vives solo en aquella casa con dos jaulas de pajaritos, ¿verdad?
-Así es.
-Dijiste que no tenías nietos, ¿no?
-Así es.
-¿Y dices que me quieres?
-Así es.
-Entonces ¿por qué no vas a casa y le pides a papá que me regale a ti?
Quedó tan emocionado que se sentó y me tomó la cara con las dos
manos.
-¿Te gustaría ser mi hijito?
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