-No es necesario. Te vigilo desde aquí cerca. Continuaba quieto. No
quería que él viese...
-No me vas a decir que tienes vergüenza de desvestirte cerca de mí.
-No. No es eso...
No tenía otra alternativa; me volví de espaldas y comencé a quitarme la
ropa. Primero la camisa, después los pantalones con los tirantes de género.
Tiré todo en el suelo y me volví hacia él, suplicante. En verdad no dijo
nada, pero tenía el horror y la rebelión estampados en los ojos. No quería
que viera las heridas y las cicatrices de las palizas que había recibido.
Solamente murmuró emocionado:
-Si te duele, no entres en el agua.
-Ya no me duele más.
***
Comimos huevos, salame, banana, pan, como a mí me gustaba. Fuimos
a beber agua en el río y volvimos debajo de la Reina Carlota.
Ya se iba a sentar cuando le hice una seña para que se detuviera.
Coloqué la mano en el pecho e hice una reverencia al árbol.
-Majestad, su súbdito, el caballero Manuel Valadares, es el mayor
guerrero de la nación Pinagé... y nos vamos a sentar debajo de la señora.
Nos reímos y luego nos sentamos.
El Portuga se extendió en el suelo, forró con el chaleco una raíz de
árbol y dijo:
-Ahora llegó el momento d