Test Drive | Page 106

-No sirve de nada, Godóia. Uno hace solamente un primer globo lindo. Cuando ése no sirve, nunca más acierta o tiene ganas de hacerlo. -Un día... un día... voy a llevarte lejos de esta casa. Nos vamos a ir a vivir... Se detuvo. Seguramente pensaba en la casa de Dindinha, pero allá sería el mismo infierno. Fue entonces cuando resolvió participar directamente de mi planta de naranja-lima y de mis sueños. -Te llevo a vivir al rancho de Tom Mix o de Buck Jones. -Pero a mí me gusta más Fred Thompson. -Entonces nos vamos para allá. Y completamente desamparados comenzamos a llorar juntos y bajito... *** Durante dos días, a pesar de mi nostalgia, no fui a ver al Portugués. No dejaban que fuese a la escuela. Nadie quería dar muestras de tamaña brutalidad. Cuando mi rostro se deshinchara y mis labios cicatrizaran reanudaría el ritmo de mi vida. Pasaba los días sentado con mi hermanito, junto a Minguito, sin ganas de conversar. Con miedo de todo. Papá había jurado que me molería a palos si llegaba a repetir otra vez lo que dijera a Jandira. De modo que respiraba hasta con miedo de respirar. Mejor era refugiarme en la pequeña sombra de mi planta de naranja-lima. Quedarme mirando las montañas de figuritas que el Portuga me regalaba, y enseñar con paciencia al rey Luis a jugar a las bolitas. El no tenía demasiada habilidad, pero algún día acabaría por aprender. Pero mi nostalgia era muy grande. El Portuga debía de extrañarme, y si él hubiera sabido realmente dónde vivía hasta habría sido capaz de venir a buscarme. Hacía falta a mi oído, a la ternura de mi oído, aquella manera de hablar medio grave y llena de "tú". Doña Cecilia Paim me había dicho que para que uno pudiera tratar a otros de "tú" tenía que saber mucha gramática. También le estaba haciendo falta a la nostalgia de mis ojos su rostro moreno, sus ropas oscuras siempre impecables, el cuello de la camisa duro, como si acabara de salir del cajón, su chaleco a cuadros, hasta sus gemelos dorados en forma de ancla. Pero pronto, pronto estaría bien. Las heridas de los chicos cicatrizan en seguida y mucho antes de lo que decía esa frase que acostumbraban citar: "Cuando se case, sanará". 106