-No sirve de nada, Godóia. Uno hace solamente un primer globo lindo.
Cuando ése no sirve, nunca más acierta o tiene ganas de hacerlo.
-Un día... un día... voy a llevarte lejos de esta casa. Nos vamos a ir a
vivir...
Se detuvo. Seguramente pensaba en la casa de Dindinha, pero allá
sería el mismo infierno. Fue entonces cuando resolvió participar
directamente de mi planta de naranja-lima y de mis sueños.
-Te llevo a vivir al rancho de Tom Mix o de Buck Jones.
-Pero a mí me gusta más Fred Thompson.
-Entonces nos vamos para allá.
Y completamente desamparados comenzamos a llorar juntos y bajito...
***
Durante dos días, a pesar de mi nostalgia, no fui a ver al Portugués. No
dejaban que fuese a la escuela. Nadie quería dar muestras de tamaña
brutalidad. Cuando mi rostro se deshinchara y mis labios cicatrizaran
reanudaría el ritmo de mi vida. Pasaba los días sentado con mi hermanito,
junto a Minguito, sin ganas de conversar. Con miedo de todo. Papá había
jurado que me molería a palos si llegaba a repetir otra vez lo que dijera a
Jandira. De modo que respiraba hasta con miedo de respirar. Mejor era
refugiarme en la pequeña sombra de mi planta de naranja-lima. Quedarme
mirando las montañas de figuritas que el Portuga me regalaba, y enseñar
con paciencia al rey Luis a jugar a las bolitas. El no tenía demasiada
habilidad, pero algún día acabaría por aprender.
Pero mi nostalgia era muy grande. El Portuga debía de extrañarme, y si
él hubiera sabido realmente dónde vivía hasta habría sido capaz de venir a
buscarme. Hacía falta a mi oído, a la ternura de mi oído, aquella manera de
hablar medio grave y llena de "tú". Doña Cecilia Paim me había dicho que
para que uno pudiera tratar a otros de "tú" tenía que saber mucha gramática.
También le estaba haciendo falta a la nostalgia de mis ojos su rostro
moreno, sus ropas oscuras siempre impecables, el cuello de la camisa duro,
como si acabara de salir del cajón, su chaleco a cuadros, hasta sus gemelos
dorados en forma de ancla.
Pero pronto, pronto estaría bien. Las heridas de los chicos cicatrizan en
seguida y mucho antes de lo que decía esa frase que acostumbraban citar:
"Cuando se case, sanará".
106