excelente que se generara a partir de estos encuentros una inercia que no
cesara de insistir, de repetir una posibilidad de repensarnos en nuestra
función como psicoanalistas, los avatares , las encrucijadas clínicas y prácticas
de nuestro oficio.
En un encuentro de Convergencia al que asistimos unos amigos y yo hace 3
años, en Nueva York, me impactó algo que escuche repetidas veces ,
significante que congregó a diversos analistas de diferentes países: “Tenemos
diferencias, en nuestra lectura de Freud, de Lacan , en cuestiones clínicas,
conceptuales, pero estamos unidos y lo que nos ha unido es un enemigo
común : el estado neoliberal que intenta diluir la esencia misma del
psicoanálisis al querer subsumirlo en el discurso del estado y en el discurso
universitario”
No estoy tan clara si también ahora el enemigo común es el estado
neoliberal. Probablemente que sí, y tendremos que jugarnos estrategias y
acciones diversas para preservar la marginalidad e independencia del
psicoanálisis, como un oficio que es ajeno a cualquier discurso que quiera
posicionarse en el lugar de la verdad. Pero antes del Estado Neoliberal que
varios de mis compañeros cercanos ponen como al peor opositor, yo pensaría
en otro mayor que nos carcome como comunidad: la sordera, la tendencia al
monólogo y a la generación de discursos cerrados endogámicos, cuyas
expresiones son modalidades de lo mismo: reiteraciones sobre los mismos
temas, idealización de los textos psicoanalíticos a un nivel de lo sagrado o lo
intocado sea cual sea el autor. Este, me parece el peor enemigo, pues desde
dentro, se erige como una gran muralla que atraviesa el campo psicoanalítico
actual, empobreciendo la práctica, y la escritura de la experiencia analítica.
Lo que sí es cierto es que podemos notar diversos cambios en la
conformación del campo psicoanalítico. Muy diferente la composición de lo
psicoanalítico en los 60, este momento que estamos presenciando además de
no ser el único, ni inédito, muestra estos cambios.
A partir de la publicación del libro de Rubén Gallo “Freud en México. Historia
de un Delirio”, sabemos que Salvador Novo, Octavio Paz, el abogado
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