mencionado la elaboración febril del Proyecto… que le tomo a Freud tres días en un viaje
en Tren. En este mismo tenor podemos ver los intentos infructuosos de Freud, por integrar
a su naciente conceptualización, las proposiciones teóricas de Fliesb sobre el papel de los
periodos femeninos y masculinos para determinar los tiempos de las causas etiológicas
específicas, en la constitución de las diferentes neuropsicosis de defensa (véase la carta 52
en su totalidad).
Es en esa especie de febrilidad alucinatoria, tan parecida a la correspondencia mutua
entre la asociación libre-escucha flotante dentro de un proceso de análisis, que la
figurabilidad adquiere una importancia preponderante, ya que permite integrar en un todo
figurativo, incluso hasta los elementos contradictorios, lo blanco y lo negro, lo positivo y lo
negativo, y todas las duplas significativas, en tanto oposiciones y en tanto presencias que
insinúan la ausencia.
c. Finalmente para terminar nos parece conveniente insistir en este aspecto ya señalado en
el texto de Sara y Cesar Botello sobre la labor regrediente de la figuración, en el caso del
sueño como alucinación.
La figuración que aparece en el sueño se debate entre la Identidad de Percepción y la
Identidad de Pensamiento, las imágenes del sueño intentan recuperar una abstracción
primordial que busca “…oponer y unir al mismo tiempo la discontinuidad de la materia y la
continuidad del vacío…” (Sara, Cesar Botello, 2001); una abstracción con carácter de
convicción, que hace que el sueño sea vivido como una realidad efectiva; ésta abstracción
con carácter de convicción está también presente de ambos lados en la dupla analizante –
analista al interior de la sesión analítica. La reducción de los estímulos en la sesión, el
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