nuestras ansias de movilidad, algo por construir. La sociedad necesitaba un derrumbe para
salirse del juego especular y mirar al prójimo más allá de sí mismo y su pantalla. Una nueva
huella ha marcado a los jóvenes, cuya representación aún no tiene palabra, a la espera de
una nueva investidura para hacer emerger algo más propio. Acción pura que pretende hacer
ligadura y reestablecer el orden del tiempo, un intento por salir del juego de una actualidad
arrasadora. Ante la presencia de la muerte, la vida se resignifica. Hasta que la normalidad
vuelve a consumirnos en el orden del deseo.
Yo reconozco las instituciones que me habitan, porque me formaron y siguen
actuando en mí. Pero también me obligan a ser responsable de mi actuar en una sociedad
que está cambiando con más rapidez de lo que nuestras reflexiones teóricas se producen.
Creo que estamos aletargados, y que nos compete pensar y actuar en función de lo que
hemos aprendido desde los orígenes de la experiencia psicoanalítica en todos sus terrenos.
No se trata de cargar con los malestares sociales, más bien: hay que hacerse cargo. El
psicoanálisis sigue siendo un oficio de hilar fino, y una profesión que denuncia porque desde
sus orígenes se propone tirar investiduras e identificaciones y sostener lo propio, cuando se
alcanza a mirarlo. El psicoanálisis no puede normalizarse, dejar de pensarse, debe indagar
en los terrenos más oscuros de sí mismo y de la psique, para de entre los escombros ofrecer
nuevas alternativas que apuntan a la libertad. Los que nos nombramos psicoanalistas,
somos sus agentes.
Esto no se aprende, se memoriza, ni se evalúa con exámenes o contando horas de
supervisión y de clínica. La posición singular del psicoanalista es efecto de la casa donde
mamó lo valores que dan sentido a su actuar. Yo viví diferentes momentos del Círculo, pero
desde todos ellos, he reafirmado este lugar crítico que me enorgullece y que también ha
determinado mis elecciones. Regresar es siempre reformar, y en este acto, no es posible
obviar los senderos que ya fueron pisados, cada retorno es un compromiso con el futuro en
tanto que podamos, como decía Freud, engarzar el tiempo desde la cadena del deseo.
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