donde uno construye su escucha, ¿qué estamos haciendo hoy por escuchar estas nuevas
formas de enunciación que configuran las nuevas subjetividades?
Se me viene a la mente la inverosímil realidad política que vivimos a nivel mundial.
Pienso en Trump, en la enojosa sorpresa que siempre me produce escucharlo, “¿por qué
Trump es presidente? ¿Quién lo votó? ¿Quién quiere a alguien así ahí? Y entonces me
llueven decenas de razones, pero hay una, que me compete sobremanera si quiero
entender un poco la tierra que piso. Obviamente la gente no se identifica con su diplomacia,
nadie puede pensar que es un tipo mesurado. ¿Qué representa este señor y cuáles son los
alcances de esto? Trump, en su investidura enorme de poder, representa en últimos
términos: dinero, mucho dinero. Y mucho dinero representa también el poder, como uno
de los valores de éxito de la época tal y como lo han ya trabajado sociólogos como Baumann
y Byung Chul-Han, por nombrar a los autores que están de moda.
¿Sobre qué bases edifica nuestra cultura sus estándares de felicidad? ¿Acaso hoy amar y
trabajar sostienen la posibilidad de un psiquismo sano? Si las aspiraciones de muchos de
nuestros jóvenes son convertirse en youtubbers como figura de éxito, estamos en el terreno
de lo efímero, del consumo y la imagen. ¿Dónde queda el porvenir de una ilusión? ¿Es que
podemos entender el concepto ilusión con el mismo sentido con el que lo aprendimos con
Freud? La ilusión remite al tiempo futuro, y para ello hay que poder situarse en un lugar que
demarca también la línea del tiempo de lo vivido y experimentado. Para ello, requerimos el
tiempo de la contemplación.
Contemplar es dar tiempo al orden de la experiencia y los medios insisten en
hacernos vivir sus experiencias estandarizadas y medibles para seguir siendo objeto del
mercado. El mercado que configura también el deseo y genera un perfil predecible de los
posibles intereses para seguir enviando ofertas de consumo y deshumanizar al sujeto. Ya
no rompemos una foto porque ni siquiera la tenemos, tener es perder, mejor contar con la
nube que lo tiene todo y a la vez nos deja en este lleno-vacío tan representativo de la época
contemporánea. Nos comportamos como cachorros, distraídos con cualquier cosa que
llame nuestra atención, porque el tiempo de la introspección, el tiempo de la contemplación
parece fuera de moda.
Hoy perseguimos poder para comprar lo efímero. Cada elección que hacemos desde
las TIC, genera un perfil de usuario que produce nuevas ofertas que se asemejen al primer
deseo que produjo la elección, el like, la compra, la visita a una página web. A cada compra
recibimos una dosis de ideales sociales estandarizados por la lógica neoliberal de consumo
para, desde ahí, aspirar a ser mirados y reconocidos. En última instancia, seguimos
persiguiendo la mirada de reconocimiento, las formas para ello han cambiado, y la técnica
psicoanalítica se desplaza con la inventiva de quien sostiene su clínica con la creatividad que
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