Tercer Mundo Tercer Mundo | Page 3

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Obviamente, este esquema resulta erróneo e incapaz de interpretar una realidad mucho más compleja, que debe ser analizada a partir de una concepción global, integradora de los diferentes elementos que la definen. en esencia.

Tomando como base la situación actual de los países subdesarrollados, pueden decirse que su característica primordial estriba en la contradicción entre la formas preindustriales de la economía y las formas moderas y evolucionadas, que introducen elementos excepcionales, débilmente incorporados a las estructuras de los respectivos países: se trata de una economía de contrastes, de tipo dual, que tiene como rasgo principal la desvertebración entre estructuras económicas y sociales arcaicas y modernas: surge así en ellos una dualidad interna, que cristaliza en la configuración de unidades disociadas y sin articulación posible, generando un grave obstáculo para el logro de una etapa más avanzada de desarrollo.

Ahora bien, esta situación de dualización ha de valorarse al mismo tiempo como el resultado de un proceso de modernización fragmentaria, al que se han visto sometidos los países subdesarrollados, en virtud de factores múltiples, que Hinderink ha denominado obstáculos institucionales. Obstáculos relacionados con los mecanismos externos de dominación ejercidos por las naciones industrializadas a partir del siglo XIX, que determinan la inserción de numerosos países, ajenos a la Revolución Industrial, en una economía de intercambio, orientada al abastecimiento de materias primas y a la importación de manufacturas y posteriormente a la instalación selectiva de unidades industriales modernas, dependientes de empresas multinacionales.

Y obstáculos, en segundo lugar, de carácter interno, identificados con una organización fuertemente estratificada de la sociedad, heredada en muchos casos de la etapa colonial, y con un sistema de poder plenamente conectados con el modelo de economía de exportación establecido. De este modo, la estrategia del desarrollo aparece condicionada por la existencia de una superestructura rígida, a escala nacional e internacional, que permite la consolidación de dos situaciones bien diferenciadas: el centro y la periferia, al tiempo que justifica la idea de Tercer Mundo aportada por Sauvy en 1952, a la que dota de una connotación política.

En el año 2030 la población mundial se situará en unos 9.000 millones de personas. Pero este crecimiento se producirá casi en su totalidad en los países más pobres del mundo, situados en Asia, África y América Latina, y provocará sin duda una masiva y patética situación de hambre. Es lo que ha llevado a algunos geógrafos a hablar del enfrentamiento previsible entre Norte y Sur, que se traducirán más que probablemente en una presión inmigratoria ilegal sobre los países ricos susceptible de crear uno de los focos de tensión más atípicos (desde nuestro presente) pero más peligrosos concebibles. Los informes de la ONU, el Banco Mundial y la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo de 1994 eran verdaderamente estremecedores al respecto, y sus perspectivas se han visto cumplidas en los primeros años del siglo XXI.