un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia y, a la vez, de
solidaridad.
Su pedagogía rechaza la idea de neutralidad por considerar que “la neutralidad no
es posible en el arte educativo y en el acto educativo y él desde luego apuesta por
los más desfavorecidos.
En Educación como práctica de la libertad” plantea que la educación puede ser vía
de cambio, camino de libertad para excluidos y oprimidos, herramienta, por tanto,
de liberación; idea que comparto plenamente; pero no de una forma ingenua si es
verdad que la ciudadanía no se construye apenas con la educación, también es
verdad que sin ella no se construye la ciudadanía.
Freire considera que los hombres tienen que tomar sentido de su propia existencia
para poder ser personas, esa toma de conciencia supone capacidad de
contextualizar su existencia y la de sus semejantes, este paso genera
concienciación y radicalismo que sitúa y adapta al ser humano a la realidad.
Freire insiste mucho en la idea de que solo se puede vivir en democracia, con una
práctica educativa democrática, que respete profundamente la diversidad cultural,
la existencia del otro, que busque la igualdad y salude la diferencia.