Teoría Diccionario Oxford De La Música A - K | Page 84

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sencillos y de gran belleza a cuatro voces con este carácter fueron escritos por Tye, Tallis, Sheppard y Mundy, a menudo para coros masculinos pequeños sin voces infantiles, y que por lo mismo no pasaban del registro agudo de contralto( meane); se acompañaban con órgano.
La edad de oro del anthem fue aproximadamente de 1590 a 1640, tiempo en el que varias catedrales, y en particular la Chapel Royal, contaron con recursos suficientes para mantener buenos coros masculinos de niños para desarrollar así un programa musical más ambicioso. Byrd, Gibbons y Tomkins encabezaron un grupo numeroso de compositores encargados de la producción de un repertorio magnífico. Además del sereno tono devocional de los anthems antiguos, los compositores ahora podían representar las vivas y contrastantes emociones de alabanza, amor, penitencia, pena y temor descritas en las plegarias, incluso podían recurrir a figuras al estilo del madrigal para realzar el texto. La dotación convencional era de cinco voces; también se usaban de seis a ocho, aunque fue poco común. En el * verse anthem se alternaban voces solistas y coros, ocasionalmente acompañados con violas. Sin embargo, en contraste con la seconda pratica italiana, los compositores de anthems jamás llevaron la expresión verbal del texto hasta sus límites y conservaron el contrapunto imitativo, a menudo alternándolo con secciones homofónicas. Gibbons representó al típico compositor anglicano que supo mantener el equilibrio entre la expresividad y la sobriedad, con un exquisito tratamiento de los recursos expresivos de los patrones acentuales característicos del inglés.
Una segunda etapa de apogeo ocurrió durante la Restauración( 1660-1714) que siguió al interregno puritano. Nuevamente, la Chapel Royal monopolizó a los mejores cantantes y compositores; además, Carlos II exigió el uso de los estilos franceses con los que estuvo en contacto durante su exilio. Los anthems escritos en este periodo para la Chapel Royal usaron profusamente ritmos firmes en tiempo ternario con valores de puntillo, con ritornellos, acompañamiento y oberturas para violines. Para complacer el gusto personal del rey, se evitó la melancolía, la profundidad expresiva y el contrapunto erudito. A raíz de la explotación de la voz espectacular de algunos cantantes solistas, el verse anthem perdió terreno y abrió paso a la nueva variante de“ anthem para voz sola”, que consistía esencialmente en una cantata para voz sola que terminaba con un breve aleluya o un amén a cargo del coro.
Los compositores más importantes del momento, Locke, Humfrey, Blow y Purcell, poseían dotes extraordinarias y, cuando no escribían música para el rey, seguían caminos más interesantes. Cultivaron técnicas barrocas de intensidad expresiva, quizá una derivación tardía de la escuela de Monteverdi, con uso abundante de la disonancia y el cromatismo. A la vez, hubo un notable resurgimiento de las tradiciones contrapuntísticas isabelinas, sobre todo en las catedrales de provincia, con los full anthems( cantados por todo el coro, a diferencia de los verse anthems que se entonaban alternando versos). La reina Ana( 1702-1714) fue la última soberana inglesa que mostró un interés personal por la Chapel Royal; durante su reinado, compositores como Croft, Clarke y Weldon se apegaron a los convencionalismos de la época( sin que se les condicionara a ello).
2. El anthem catedralicio a partir de 1714 En el siglo XVIII, una vez terminadas las guerras religiosas y dinásticas, la Iglesia de Inglaterra entró en un periodo de paz, confianza y esplendor esporádico. Bajo una nueva ola de influencia italiana, el anthem tendió a dividirse en secciones independientes, como recitativo, aria, conjunto instrumental y coro; las arias se volvían cada vez más elaboradas y los coros enfatizaban la grandeza por encima de la intensidad. Los espléndidos anthems de Handel para la coronación de Jorge II( 1727) y el funeral de la reina Carolina( 1737) ejemplifican este nuevo ideal, a cuya cabeza estaba su contemporáneo inglés Greene, quien vivía su mejor momento dentro de esta conmovedora vena compositiva. Compositores georgianos posteriores como Boyce, Crotch y Attwood, siguieron escribiendo y publicando anthems, en ocasiones muy elaborados pero de escasa originalidad. Las dimensiones, la forma y la predilección por la voz solista propiciaron la exclusión del anthem del repertorio moderno. Se siguieron cultivando las tres formas de anthem: full, verse y para solista, pero los full anthems se interpretaban con menos frecuencia e incluso en éstos se intercalaban versos para voz sola en las secciones corales. Sin embargo, después de 1800 se hizo popular un nuevo tipo de full anthem breve que solía utilizar musicalizaciones de oraciones religiosas de la temporada.
En la época victoriana, este estilo de anthem, más íntimo y conmovedor, fue desarrollado por compositores como Goss, Walmisley y Stainer. Era evidente la fuerte influencia de los maestros clásicos, en particular de Mozart; otras influencias posteriores fueron Spohr, Mendelssohn y Gounod. Frente al declive de las condiciones de los coros catedralicios, la maestría incompa-