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de músicos indígenas en la Nueva España era tan grande, que Felipe II expidió una cédula solicitando la reducción“ del número excesivo de indígenas que tocan trompetas, clarines, sacabuches, flautas, cornetines, dulzainas, pífanos, violas, rabeles y otros instrumentos, en gran desorden y variedad”. En 1865, las autoridades eclesiásticas mexicanas extendieron una nueva petición a la corona para“ limitar el número excesivo de cantantes indígenas”.
Los indígenas mexicanos tuvieron una capacidad extraordinaria para asimilar la música europea y aprendieron de inmediato a construir réplicas ingeniosas de los instrumentos europeos, a la par que siguieron construyendo los propios; por esto, para mediados del siglo XVI habían logrado desarrollar acompañamientos instrumentales con posibilidades tímbricas hasta entonces desconocidas, y comenzaron también a escribir su propia música. De acuerdo con el cronista de indias Juan de Torquemada( 1565-1624),“ sus villancicos, su polifonía a cuatro voces, algunas misas y otras obras litúrgicas, todas compuestas con gran ingenio, han sido juzgadas como obras de arte de alto nivel por los maestros de composición españoles”. Entre los compositores indígenas cuyas obras han sido publicadas, Tomás Pascual( fl Guatemala, 1595-1635) y Juan Mathías( fl México, a mediados del siglo XVII) muestran el dominio que alcanzaron los músicos indígenas sobre las formas menores. El más notable compositor colonial de origen indígena fue don Juan de Lienas( activo en la Ciudad de México entre 1630 y 1650), autor de sublimes Salves, misas y Lamentaciones; de sus obras, se han editado y grabado una misa a cinco voces y cuatro Salves vocales a cuatro voces. Gran parte de su música, descubierta en la década de 1970, es para coro doble.
Los principales compositores mexicanos anteriores a 1800 nacidos en España o de ascendencia española, fueron Hernando Franco( maestro de capilla de la catedral, 1575-1585), Antonio Rodríguez de Mata( 1625- 1643), Luis Coronado( 1643-1648), Francisco López Capillas( 1654-1674), Antonio de Salazar( 1688-1715) y Manuel de Zumaya( 1715-1739); todos ellos legaron repertorios importantes. Tanto López Capillas como Zumaya nacieron en la Ciudad de México. Zumaya, considerado el más grande de los compositores de la Nueva España, compuso la primera ópera mexicana, Il Partenope( 1711), con libreto de Silvio Stampiglia que, tiempo después, también utilizaría Handel. Ignacio de Jerusalem( 1749-1769), compositor de extraordinaria sensibilidad melódica nacido en Lecce, fue el primer italiano que tuvo a su cargo, simultáneamente, tanto la dirección musical de la catedral como la del Teatro Coliseo.
En la ciudad de Puebla, los compositores más prominentes fueron Gaspar Fernandes( organista y maestro de capilla nacido en Portugal, 1606-1629) y su sucesor Juan Gutiérrez de Padilla( 1629-1664), nacido en Málaga. Entre los autógrafos de Fernandes se cuentan más de 250 chanzonetas y villancicos festivos, que ocasionalmente incorporan giros de dialectos y ritmos de influencia africana. Bajo la dirección de Padilla, la música en Puebla alcanzó su máximo esplendor, legando una importante cantidad de obras para coro doble, entre ellas cuatro misas a ocho voces; fue un maestro extraordinario de ilustres discípulos y dignos sucesores como Juan García Zéspedes( 1619-1678).
Con la Independencia, la inestabilidad social y política se dio un serio vacío en las actividades musicales, lo que anuló las posibilidades de educación formal y desarrollo de los músicos novohispanos en todo el continente. Los compositores mexicanos del siglo XIX centraron sus esfuerzos en la música operística italiana, único género con el que podían aspirar a la fama en esa época, y en las formas menores de música de salón; a lo largo del siglo destacaron Aniceto Ortega( 1825-1875), Cenobio Paniagua( 1812-1882), Tomás León( 1826- 1893), Melesio Morales( 1838-1908), Felipe Villanueva( 1862-1893), Gustavo Emilio Campa( 1863-1934) y Ricardo Castro( 1864-1907). El vals Sobre las olas, de Juventino Rosas( 1868-1894), músico de origen indígena otomí, es tal vez una de las obras de América Latina más conocidas a nivel mundial. Aparte del himno nacional mexicano, compuesto en 1854 por Jaime Nunó( 1824-1908), músico catalán radicado en el país, una de las melodías mexicanas del siglo XIX más divulgadas por el mundo es Las golondrinas de Narciso Serradell( 1862), una melancólica canción de despedida.
La canción mexicana de concierto más conocida del siglo XX es Estrellita de Manuel M. Ponce( 1882-1948); entre las obras mayores de este notable compositor destaca el Concierto del sur( 1941), escrito para el guitarrista Andrés Segovia. El principal responsable del surgimiento de la escuela de composición mexicana del siglo XX fue Carlos Chávez( 1899-1978) quien, a partir de la década de 1920, impulsó la incorporación de elementos indígenas y autóctonos para la creación de una música nacionalista identitaria. Su contemporáneo Silvestre Revueltas( 1898-1940), fue uno de los más refinados exponentes del nacionalismo mexicano, con obras sin-