Teoría Diccionario Oxford De La Música A - K | Page 659

Gluck, Christoph Willibald 664
arregló y compuso cada vez más música( apenas recientemente se han logrado identificar algunos de los ballets en los que participó). El ballet dramático, que incluía pantomima, destacó en la colaboración entre Gluck y Gasparo Angiolini en la obra Don Juan( 1761) y más adelante en Alessandro, Sémiramis e Iphigénie( 1764-1765). En óperas posteriores se ha identificado música de estos ballets. Don Juan sigue siendo sin duda alguna una de las partituras más impresionantes de Gluck; la obra finaliza con una escena fantasmagórica de la estatua y una larga danza en re menor( chacona) a cargo de las furias; es muy problable que estos elementos, plagiados por Boccherini para una sinfonía y reciclados por Gluck en París para el Orphée, hayan inspirado a Mozart para el tratamiento del mismo tema en Don Giovanni.
La opéra comique sirvió a Gluck como entrenamiento para la musicalización de la lengua francesa. Al principio incluyó melodías tradicionales, pero con el tiempo fue incorporando sus propias ideas musicales; más adelante adaptó para Iphigénie en Tauride la refinada obertura de la tormenta de L’ Île de Merlin( 1758). L’ Ivrogne corrigé( El bebedor reformado, 1760) contiene una escena burlona en el infierno en la que el estilo musical, si bien usado satíricamente, anticipa obras como Don Juan, Orfeo ed Euridice y Alceste. La última comedia de Gluck, La Rencontre imprévue( El encuentro inesperado o Peregrinos camino a la Meca, 1764) es una obra maestra del género. La trama es un paradigma del estilo oriental que incluye el rescate de un harén; traducida al alemán para el Singspiel nacional de José II, se convirtió en un modelo directo para Die Entführung aus dem Serail de Mozart.
Gluck no emuló a Traetta en la adaptación italiana de la tragédie lyrique francesa, pero la influencia de este género serio francés claramente sirvió de inspiración a Durazzo, como también al poeta italiano Ranieri Calzabigi, recientemente llegado de París, quien había participado en el argumento de Don Juan. Orfeo ed Euridice( 1762) es la ópera más antigua que ha perdurado en el repertorio. Lo que retrospectivamente parecía ser una reforma decisiva de la ópera italiana, tuvo en su momento apenas un impacto local. En lo que respecta a la integración dramática, con excepción quizá del final feliz, Orfeo trasciende el género, aunque nada tiene de ópera seria, sino más bien de azione teatrale, de un género cortesano que ya incluía danza y coros. El elemento más novedoso, su estilo vocal simplificado, debe mucho a la opéra comique, mientras que el recitativo tiene en su totalidad acompañamiento orquestal. El primer Orfeo, el castrato Gaetano Guadagni, había trabajado con Handel y aprendió actuación con David Garrick. La integración de coros y danza( el coreógrafo fue Angiolini) es reflejo de la tragédie lyrique, con posible influencia musical de Rameau. La afirmación de Calzabigi de haber sido él quien indicara a Gluck la manera de musicalizar sus versos puede descartarse, pues nada habría logrado sin la inspiración musical de Gluck. Como caso excepcional, la partitura se publicó en 1763. Después, Gluck aumentó como acto adicional de la ópera una versión reducida de La feste d’ Apollo( Parma, 1769), así como una versión extensa para la versión de París( Orphée, 1774).
Después de Orfeo, Gluck no compuso más opera seria aunque, comparativamente, algunos encargos posteriores de la corte pudieran parecer igualmente convencionales. Telemaco( Viena, 1765, con libreto de Marco Coltellini, otro reformador) retoma el recitativo simple y algo de canto coloratura, pero retiene escenas corales y dancísticas formando un híbrido entre lo reformador y lo convencional dentro del contexto de la ópera cortesana. Con Alceste( 1767), Gluck y Calzabigi lograron una ruptura más decisiva con el pasado, a pesar de haber retomado el recitativo simple. La monumentalidad y la seriedad rigurosa de esta ópera tuvieron una respuesta dividida, pero en la publicación de la partitura en 1769 Calzabigi escribió, avalado por la firma de Gluck, la dedicatoria al gran duque de Toscana( después Leopoldo II) que se convertiría en el manifiesto de la reforma: como denuncia de los abusos de compositores y cantantes, los autores“ se han esforzado en limitar la música a su verdadera función al servicio de la poesía por vía de la expresión y en seguimiento de la situación planteada por el relato, sin interrumpir la acción ni sofocarla con adornos superfluos e inútiles”. De carácter sombrío y uniéndola al primer acto, Gluck hizo de la obertura una parte integral de la ópera. En su primera producción Alceste debió prescindir del castrato y la interpretación corrió a cargo de una compañía más entrenada en opera buffa; en una reposición posterior, el castrato Giuseppe Millico reemplazó al tenor. En 1770, Paride ed Elena retomó al castrato en el papel de amante e incluyó elementos más ligeros en su trama. En otro prefacio se hacía el reclamo de que Alceste no hubiera sido imitado; Paride, en cambio, una de sus obras más atractivas, había sido subestimada por el propio Gluck, quien no la adaptó para Francia sino que sólo tomó prestados algunos números.