Teoría Diccionario Oxford De La Música A - K | Page 543

Estados Unidos de América 548
blos, palmadas en el cuerpo y pisoteos; instrumentos de origen africano como percusiones de hueso y el banjo; y finalmente los instrumentos europeos, especialmente el violín y el piano. Hacia finales del siglo XIX, los intérpretes negros estadunidenses habían desarrollado una música de baile y entretenimiento denominada ragtime, en la que melodías muy cuadradas y sincopadas se tocaban en una serie de frases contrastantes, a manera de marchas. Editada como música para piano alrededor del cambio de siglo, el ragtime adquirió una elegancia especial en las obras del compositor-pianista Scott Joplin, tan alejadas de la tradición folclórica como las adaptaciones de spirituals hechas por Henry T. Burleigh, pero marcadas por ella de manera igualmente inconfundible.
La habilidad de los negros estadunidenses para asimilar las formas de origen europeo y adaptarlas a sus propósitos particulares, como en el spiritual y el ragtime, así como para proporcionar inspiración a algunas de las manifestaciones de música blanca más vitales de su tiempo, como los llamados minstrel shows, sugiere que en los Estados Unidos en el siglo XIX, el poder cultural no dependía necesariamente de la posición social. Eso sería aún más claro en el siglo XX, cuando las tradiciones musicales negras de los Estados Unidos tuvieron un impacto decisivo en prácticamente toda la música popular del país.
4. Música de arte en el siglo XX Charles Ives, uno de los compositores más interesantes del siglo XX, se mantuvo casi totalmente apartado del mundo musical que sus predecesores estadunidenses habían luchado para construir. Para 1920, cuando Ives había dejado de componer, las instituciones que fomentaban la música en los Estados Unidos – orquestas sinfónicas, compañías de ópera, sociedades corales, conservatorios y escuelas, y un elemento más nuevo, las compañías de grabaciones fonográficas – formaban una superestructura bastante sólida. Conformada por músicos y ciudadanos musicalmente activos, esa superestructura fue parte importante de la herencia del compositor del siglo XX. Aunque los compositores estadunidenses que maduraron en la década de 1920 no tenían una tradición estilísticamente unificada que continuar, al menos heredaron una tradición de profesionalismo en la música de arte. En los años previos a la primera Guerra Mundial, la vanguardia europea emprendió el ataque de las instituciones artísticas y los valores estéticos convencionales afirmando que la sociedad burguesa era enemiga del arte significativo. Tales ataques conllevaban ciertos castigos, especialmente en los Estados Unidos, donde las instituciones musicales y los compositores dependían del apoyo de los mismos ciudadanos a los que la vanguardia atacaba. Los compositores estadunidenses que llevaron influencias de vanguardia al nuevo mundo encontraron que la mayoría de los músicos y los oyentes eran indiferentes u hostiles en sus reacciones, por lo que llegó a depender de ellos el encontrar u organizar sus propios foros.
Edgard Varèse, quien se había establecido en Nueva York en 1915, ayudó a fundar en 1921 el efímero International Composers’ Guild, dedicado a la interpretación de música contemporánea. Aaron Copland, uno de los fundadores de la League of Composers( 1923), comenzó su vida profesional como un incansable defensor de la música nueva. El californiano Henry Cowell, en un recital de 1924 en el Carnegie Hall, presentó piezas que requerían numerosas técnicas no convencionales, y en 1927, con el apoyo financiero de Ives, fundó la New Music Edition, que durante el siguiente cuarto de siglo publicó obras modernas de un variado grupo de compositores, la mayoría estadunidenses.
La depresión económica de la década de 1930 afectó casi todas las facetas de la vida estadunidense, incluyendo la música. En una atmósfera social de privaciones y miseria, algunos compositores llegaron a una mejor comprensión de su papel en la sociedad. Más que como una conflictiva minoría de artistas en un ámbito hostil, comenzaron a considerarse ciudadanos con talentos especiales que podían canalizar hacia el mejoramiento general de la vida de otros estadunidenses. Simultáneamente, los cambios institucionales pusieron a más estadunidenses que nunca en contacto con la música de arte. El Proyecto Musical Federal del gobierno, que se inició como una medida de apoyo, puso los recursos del Estado al servicio de la música de arte por primera vez. Las cadenas de radio comenzaron a transmitir las interpretaciones de las orquestas sinfónicas y compañías de ópera, dando a un enorme público acceso virtualmente gratuito a interpretaciones profesionales de música de arte. La industria cinematográfica comercial contrató compositores estadunidenses establecidos para proporcionar partituras para sus producciones. Con los compositores listos para encontrarse con su público en un terreno intermedio, entre 1930 y 1945 había altas expectativas de que al dirigirse a un público más amplio en un lenguaje accesible, podían reforzar su sitio poco claro dentro de la sociedad estadunidense.