547 Estados Unidos de América
grupos de colonos. En este ámbito, el agente promotor no fue el compositor profesional de canciones que trabajaba en el mercado musical, sino más bien la comunidad como un todo. El consenso entre los miembros de una comunidad seleccionaba la música que vinculaba el pasado con el presente y determinaba las formas en que la transmisión oral habría de comunicarla a través del tiempo a la siguiente generación y a través del espacio a otras comunidades.
La música folclórica angloamericana ofrece algunos claros ejemplos de dos vertientes complementarias de la tradición oral: continuidad y variación. Cuando Cecil Sharp, el notable coleccionista inglés de canciones folclóricas, viajó a Los Apalaches al inicio del siglo XX, los cantantes locales cantaron para él versiones de canciones inglesas y escocesas que habían cambiado muy poco en su largo trayecto a través del tiempo y el espacio. La música folclórica angloamericana y la música folclórica de otros grupos étnicos, se mantuvieron con mínimos cambios en las comunidades principalmente rurales, donde las costumbres del viejo mundo y las estructuras sociales eran más sólidas. En ellas se podían desempeñar los papeles de música tradicional en una sociedad tradicional: confirmar los valores comunitarios, proporcionar entretenimiento y cumplir funciones rituales.
Un hecho peculiar de la historia musical estadunidense es que cuando, al inicio del siglo XIX, los académicos y artistas en muchos países europeos comenzaron a explorar sus tradiciones culturales no escritas y a obtener materiales e inspiración a partir de ellas, los músicos estadunidenses no experimentaron un proceso similar con su propio folclor. En vez de ello, la mayoría de los músicos profesionales y maestros de música reaccionaron con indiferencia u hostilidad hacia la música folclórica, pues aparentemente creían que su rudeza no académica la colocaba por debajo de sus aspiraciones más serias. Esto fue irónico, porque la mayoría de las formas de música popular que circularon en papel durante el siglo XIX tenían sus raíces en la música folclórica angloamericana: la salmodia, la himnodia y una buena cantidad de canciones seculares inspiradas en los esquemas de rima, las técnicas narrativas y las formas estróficas de la balada; las ediciones llamadas broadside y songster, que imprimían textos estróficos para ser cantados sobre melodías que la gente conocía de memoria; y la música impresa de danza, que reflejaba los patrones rítmicos característicos y las formas musicales de danzas folclóricas de tradiciones diversas.
Los tipos tradicionales de música folclórica de otros grupos europeos son un fenómeno más regional. Así, la música folclórica hispanoamericana pertenece al suroeste y a California, la francoamericana a los cajun de Louisiana, la germanoamericana a los“ Holandeses de Pensilvania”, y la música de Europa Oriental – griega, rusa, balcánica – a las comunidades étnicas de las grandes ciudades estadunidenses como Nueva York, Chicago y Detroit. La música de las numerosas tribus amerindias del continente norteamericano, también está restringida a una circulación al interior de grupos culturalmente distintivos y aislados.
Ninguna música folclórica ha tenido una historia tan compleja en el nuevo mundo como la de los negros estadunidenses que fueron llevados allá en contra de su voluntad. La mayoría de los negros de América del Norte en los siglos XVIII y XIX eran esclavos; por ello, la mayoría de las comunidades negras en los Estados Unidos estaban bajo alguna forma de control blanco, lo que desalentaba la supervivencia de elementos tales como los tambores, los idiomas del viejo mundo y las creencias religiosas africanas. Al vivir en proximidad con los blancos, los negros de los Estados Unidos adoptaron gradualmente ciertos géneros musicales blancos sin abandonar sus propios estilos originales de interpretación, con ritmos mucho más agresivos y entonación más libre que cualquier estilo europeo. Quizá el más famoso ejemplo de una música vocal aculturada es el * spiritual, la versión negra norteamericana del himno protestante. Registrados por primera vez por músicos aficionados blancos en la pionera colección Slave Songs of the United States( Canciones de esclavos de los Estados Unidos, 1867), y después cantados en versiones corales armonizadas por los Fisk Jubilee Singers y otros grupos de jóvenes negros bajo la dirección de blancos, y más tarde convertidos por músicos académicos negros en canciones de arte para voz y piano, los spirituals ilustran cómo la música folclórica de un pueblo considerado“ medio bárbaro” por sus primeros coleccionistas blancos podía adaptarse sin perder su distintiva y cautivadora belleza.
La complejidad rítmica que los primeros coleccionistas blancos de spirituals encontraron tan difícil de capturar en la notación, también era característica de la música folclórica instrumental de los negros de los Estados Unidos, la mayor parte de ella ligada estrechamente a la danza. El gusto de los músicos negros por desplazar los acentos dentro de un pulso estable se expresó a través de todos los medios disponibles: voca-