545 Estados Unidos de América
melodías himnódicas en un sencillo estilo“ devocional” que a menudo se tomaron como modelo. Gilmore, quien emigró de joven desde Irlanda, dejó su huella en el ámbito del concierto público: la banda de alientos fue su medio y el público masivo su fin. En manos de Gilmore y, más tarde de Sousa, la banda de alientos llegó a ser el medio más exitoso para atraer al público prácticamente en cualquier parte del mundo. Mucho del amplio atractivo de la banda residía en su programación ecléctica, una mezcla de marchas, aires patrióticos, canciones y danzas populares, así como fragmentos de los clásicos. Retomado por las orquestas en sus conciertos“ promenade” o“ pops”, este principio de programación, que trata de encontrarse con el público en su propio ambiente, ha persistido hasta el presente.
La vida profesional de Root refleja una tercera tendencia en la vida musical de los Estados Unidos en el siglo XIX: el desarrollo del hogar como centro de la actividad musical. Como socio de la editorial de Chicago Root & Cady( 1860-1871), publicó música de numerosos compositores, incluyendo el talentoso compositor de canciones, Henry Clay Work( 1832-1884). El propio Root compuso“ canciones del pueblo” y cantatas, obras cuya carencia intencional de toda complicación musical tenía como supuesto objetivo el alcance del mayor mercado posible. Muchas lograron su cometido, especialmente sus canciones sobre la guerra civil, que tuvieron un éxito amplio y duradero. Para ese entonces, la disponibilidad de pianos de bajo precio había impulsado a miles de norteamericanos a instalar pianos en sus salones. Junto con docenas de otras editoriales de música, Root & Cady estaba lista para proveer música vocal e instrumental para todos los gustos.
Piezas como las canciones del propio Root o la avalancha de piezas para piano escritas expresamente para el ejecutante aficionado, formaron solamente dos de los diversos tipos de música impresa en los Estados Unidos en el siglo XIX. Abundaban los arreglos y adaptaciones de piezas de ópera, variaciones sobre melodías favoritas, piezas de batalla, oberturas e incluso sinfonías. Mientras, el teatro musical popular continuó bajo el dominio inglés durante la mayor parte de la primera mitad del siglo XIX. La presencia norteamericana en los escenarios nacionales se hizo palpable de manera contundente inicialmente en la década de 1840, cuando el animador nacido en Ohio, Dan Emmett, y tres colegas se ennegrecieron la cara con corcho quemado, se vistieron con harapos, imitaron el retorcido dialecto y las contorsiones asociadas con los habitantes afroamericanos y, con el nombre de“ The Virginia Minstrels”, pusieron en escena el primer espectáculo completo de“ rostros negros”. La idea arraigó de inmediato y las troupes de“ etíopes” se multiplicaron con asombrosa velocidad, encontrando público entusiasta dondequiera que se presentaban.
Después de la emancipación del país en 1863, este tipo de espectáculos fue protagonizado con mayor frecuencia por artistas negros. Desde la década de 1860 hasta los primeros años del siglo XX florecieron compañías ambulantes de artistas negros, proporcionando un medio para que los estadunidenses negros pudieran ganarse la vida como músicos. El compositor de canciones James A. Bland( 1854-1911) se dedicó a actuar en estos grupos, mientras que las cantantes de blues Ma Rainey( 1886-1939) y Bessie Smith( 1894-1937) y el compositor-editor W. C. Handy( 1873-1958) comenzaron sus vidas profesionales como miembros de esas troupes de intérpretes negros.
La vida profesional de Stephen Foster fue sostenida en parte por los escenarios y en parte por el mercado musical doméstico. Sus canciones, cantadas por doquier en su época, han subsistido para formar parte de la experiencia cultural de casi todo estadunidense desde entonces. Al igual que contemporáneos suyos tan diversos como Mason, Gilmore, Root y Bland, Foster cooperó o compitió con otros músicos que intentaban alcanzar sustancialmente el mismo público. Todos ellos trabajaron en una tradición comercial formada por ellos mismos y por sus públicos, un proceso colectivo estilísticamente conservador en el que los creadores y los consumidores formaban un vínculo indisoluble.
Los practicantes de la música de arte en los Estados Unidos durante el siglo XIX lucharon por construir una tradición propia. Su éxito inicial tiene su mejor indicador en el aumento gradual de las instituciones estadunidenses dedicadas a enseñar, interpretar y promover la música de arte europea. Una típica organización para la interpretación musical es la Handel and Haydn Society de Boston( fundada en 1815), en la que ciudadanos locales, animados quizá por motivos tanto religiosos como artísticos, formaron un coro con encuentros programados regularmente. Acompañado por una orquesta de profesionales y aficionados disponibles, y con la participación de cantantes solistas, ofrecían conciertos públicos de música sacra, incluyendo en ocasiones oratorios completos e intentando cubrir sus gastos con la venta de boletos. En el siglo XIX surgieron sociedades corales similares por todo el país formadas por miem-